L´ESTIBADOR EL SOROLLA GOURMET
- Ana Paola Hórnez Rivera
- hace 11 minutos
- 2 Min. de lectura
GastroTOUR SCZgm 18/09/2025

En un lienzo, con cuatro brochazos horizontales se pueden esbozar los tonos azules “sorollescos” del cielo, del mar, de la arena y de un mantel, y pintar uno de los paisajes más emblemáticos de la gastronomía valenciana en la playa del Saler... L´Estibador.
Nació como arrocería de playa y fue evolucionando. M.ª Carmen Álex abrió el L’Estibador a principios del siglo XXI y los primeros años contó con la ayuda de su hija Carmen Sanz, hasta que su otra hija, Nuria, se hizo cargo de la dirección del establecimiento, actualizando la cocina, las propuestas y el servicio; y, con un máster en el Basque Culinary Center, lo han convertido en un restaurante para estar muy arriba en el universo gourmet.

Este crítico gastronómico que les escribe fue anfitrión de la familia manchego-boliviana del Dr. Prat con su esposa Fabiola y sus dos hijos, Hugo y Valentina. En este rinconcito del Mediterráneo valenciano, en el paraje de El Saler y la Albufera, pudimos disfrutar de un placer visual y gustativo en un punto geográfico mágico, donde la fusión de los sentidos eleva las sensaciones propias del arte gastronómico.

Comenzamos con una generosa picada: esgarraet con bacalao "El Barquero", croquetas de pollo a la brasa, croquetas de atún rojo Balfegó, almejas a la marinera; entrada que culminó con una gamberrada culinaria de mucho nivel: oreja crujiente con adobo coreano y puré de batata; un inesperado guiño de casquería en un entorno donde lo que menos te esperas es esta delicia, con su toque de picante y esas texturas cartilaginosas y crujientes. Oreja, oreja, casi tan buena como la del “Cresol” del Mercado Central de la visigótica Egara en Barcelona. Todo ello regado con unas cañas, pues hacía calor.

El cambio de tercio era previsible: el lugar, el entorno y la ocasión (hacía 20 años que no estaba en Valencia) invitaban a lanzarse por un arroz mediterráneo en paella. La opción fue una paella de rodaballo con gambas y ajos tiernos. Estaba muy buena y frondosa en aroma gracias a un buen trabajo en los fondos de pescado y crustáceos, logrando un fumet propio de pescados de roca y algo de verdura. Debemos decir que, a nuestro gusto, el arroz estaba muy bien de sabor, pero “sentidet”. Eso sí, el grano del arroz de la variedad Sendra mantenía sus cánones de cocción a 15 minutos, en un estado cremoso, con su toque aceitoso y su retrogusto a mar.

Y todo favorecido por un blanco frío de Garnacha Blanca de Anma Blanco Chozas Carrascal, que, acercándose a boca, sus efluvios denotaban aromas elegantes de intensidad media, donde se resaltaban las notas florales blancas, recuerdos que te trasladan a los cítricos y matices a albaricoque y miel suave. Ataque intenso en boca, de gran frescura y viveza. Sedoso, envolvente y estructurado, con un toque mineral.
Una gran experiencia de luces, sombras, sabores, aromas, texturas y sutilezas culinarias para anotar, meditar y repetir. Un lugar sorprendente para sentarse en una mesa al borde de la arena, donde la brisa del Mediterráneo acaricia los cañaverales de El Saler.
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