07/02/2024 NOTICIAS
Ha sido un lindo reencuentro, desde noviembre que no nos veíamos, pasaron unos meses después de pasear, cantar, tomar y charlar en Santa Cruz y en Tarija, nos volvimos a ver ahora en Mendoza, vivimos en su tierra la realidad de esta hermosa familia de corazón grande y alma laboriosa.
Por eso y como dice su lema “Ad astra per áspera”, en la Bodega de los Bressia hemos tocado las estrellas.
El lema en latín de Séneca, libremente traducido “Hacia las estrellas a través de las dificultades” y esto es lo que se palpa en este terroir. Con esta obra donde con su trabajo y sus vinos se llega al cielo para tocar las estrellas.
Pero se llega al cielo porque además de la gran experiencia, trabajo y tesón del gran enólogo Don Walter detrás de la Bodega, en frente y al lado está toda la familia.
Esta Bodega es un emprendimiento familiar bajo el concepto de "vinos de familia". Y esto pesa y se nota desde el primer momento al asomarte a la Bodega y a los viñedos de los Bressia se ven las sombras laboriosas de su esposa y de sus hijos Walter, Marita, Álvaro y Antonella.
Para el enólogo patriarca de esta saga, el concepto de lo íntimo, de lo cuidado es cuando piensas en familia, pues pensar en la familia es algo muy ligado a los sentimientos, para cuidar y proteger.
Pero también es porque trabajar con todos los hijos y sus familias, esposos y nietos es el trabajo que se refleja en vinos que se nota que tienen alma. Así que en BRESSIA se producen vinos que son caricias para el alma, algo que te da bienestar, que se disfruta, un bálsamo, es como cuando uno llega a su casa, y esto te hace sentir bien.
Esta alma, este trabajo que ha llegado a las estrellas es, entre otras cosas, el formar parte del top de los vinos argentinos que forman parte de la DOC de Luján de Cuyo.
Que fue creada en 1989, siendo la primera de su tipo en toda América. En la actualidad, las bodegas que pertenecen a este DO son, además de Bressia, La bodega Mendel, Trivento, Vistalba, Chandon, Luigi Bosca, Lagarde, Nieto Senetiner y Norton. Para obtener el DO Luján de Cuyo con el objetivo claro de proteger un perfil de Malbec para darlo a conocer al mundo.
Los requisitos de un vino para poder llevar este sello son los siguientes:
Elaborado con uvas locales y aprobadas por el consejo. Producido y embotellado en origen.
Proceder de un viñedo con una antigüedad mínima de 10 años, espaldero y una densidad superior a 5.000 plantas por hectárea, de un viñedo bajo rendimiento limitado por hectárea.
Variedad Malbec (85% mínimo y 15% restante variedades autorizadas del reglamento).
Graduación alcohólica mínima: 13,5%.
Crianza: 18 meses entre la cosecha y salida al mercado, con 6 meses mínimo de crianza en madera.
Etiquetado regulado y oblea oficial numerada para garantizar trazabilidad, y contar con fiscalización permanente del Consejo y del INV para el cumplimiento del Reglamento a través de comisiones técnicas en viña, bodega y evaluación del producto.
La Bodega de Walter Bressia cumple con creces la reglamentación, por eso está en las bodegas de la “Champion League” de la DO Mendocina de Luján.
Nuestro recorrido, acompañado por el afamado abogado internacionalista Fernando Toller, comenzó en la plantación de Bressia en Luján, que está ni más ni menos que pared con pared con Catena.
Acompañados por Mary y Walter Junior, paseamos a pocos días de que comience la vendimia entre las cepas de Malbec, el famoso Malbec y genuino mendocino de Luján de Cuyo.
Todo un detalle el de Marita que llevó un cesto con cuatro copas y una cubeta con hielo y dentro para tomar bien frío, sobre el abrasador sol frente a la cordillera de los Andes, uno de los productos de la bodega, el espumante Sylvestra; doy fe que es por el entorno los grados exteriores, así como el punto que tenía este cava que es el mejor espumante que he tomado en mi vida, habrá mejores pero las circunstancias, la compañía y el producto en aquel momento lo convirtieron en el mejor.
Después del paseo entre las vides y aprender un montón de las clases magistrales sobre vino y agricultura de Walter Junior, regresamos para la bodega preparada con mimo y prestancia para el enoturismo; allí, en el comedor privado de la familia casi al completo, nos deleitaron con un almuerzo cocinado por el chef del espacio gourmet Bressia con unos platos regionales acordes a las historias de los vinos de esta bodega.
Comenzamos con una tabla de quesos especiales donde catamos los lácteos para ver si eran los más adecuados para la nueva carta del restaurante, desde nuestra percepción 10 puntos desde quesos azules, a duros y de cortezas incluso uno de ellos con semilla de amapola.
Luego vino en una mini sartén de hierro una humita y una empanada 100% argentina. Para dar paso a la brasa con morcillas, chorizo, matambre y otros cortes. Al final una pera limonera con fondo de dulce montado y crujiente yo diría de almendra.
No es que quisiera hacerle competencia al gran chef y ahora amigo, pero se me ocurrió preparar en la mesa lo que comía cuando era niño y que me preparaba de merienda o postre un “pa amb vi i sucre” que en castellano paladino sería algo así como pan con vino y azúcar, esta menudencia gastronómica sencilla, barata y facilísima de hacer hizo que la mesa aplaudiera con las orejas, no en vano hacer un plato tan sabroso y con vino en una bodega es lo más apreciado y deseado donde se pone el principal elemento en el corazón gastronómico.
Los vinos nos acompañaron a cada paso desde los espumantes donde el Royale Brut Nature me dejó impactado nada que objetar al mejor champagne o cava de mi tierra, pasando por el inmejorable Blend Profundo 2017 con tonos purpurados, elegante, armónico e insoldable. Al Conjuro un Blend con predominio del Malbec, ensamblado con cabernet sauvignon y merlot variedades originarias del valle de Tupungato.
El punto y final fue sublime con el vinazo top de los top en Mendoza “Ultima hoja” que solo sale año por medio y se elabora con lo mejor de lo mejor de la Bodega de los Bressia y en cada añada par puede es más debe ser distinto pues nunca se sabe cómo influirá el sol, las nieves, el frío, el calor, el envero, la poda, el riego… etc en las cepas, para que den lo mejor en cada cosecha y esto será lo que se embotelle en este icono de Bressia “ULTIMA HOJA” en el que nosotros catamos era 100% Malbec para encandilar a cualquier papila avizora que quiera descubrir qué es y qué no es un vino de gran altura. Este trabajo lo realiza don Walter acompañado por su hija Antonella, joven enóloga de la Bodega.
Dice Walter Bressia que para percatarse que en boca tenés un buen vino, es metafóricamente hablando, como si en tu lengua colocaras una canica de acero, que pesa y se nota y además es suave y no tiene despuntes. La sorpresa no terminó ahí, se pidió un “bis” pero este no vino por el “backstage” descorchando una nueva botella vino por el lado de los destilados con el “Alma de Uva” una grapa que es pura plata para el paladar, brillante, suave, aromática,… cuyas características recuerda al argentino, del latín “argentum”, que significa plata, en el paladar es oro.
Como decía una vez Walter Bressia, el 95% de sus vinos son de su sabiduría y, por ende, de su familia, y solo un 5% es lo que vas adaptando al mercado. Cada vino que ha salido de esta bodega es una conmoción positiva; por tanto, el vino se moviliza solo. Walter nos cuenta que puso su nombre en el vino no solo porque era reconocido, sino para generar el compromiso con el consumidor, poniendo mi nombre y el de mi familia, y no uno de fantasía.
Lógicamente le preguntamos si en Bolivia podemos encontrar sus vinos y ella nos reveló el secreto: “solo hay que llamar a Mauricio Zamora al +591 72988806 y él te los pone en casa”.
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