GASTRO TEST/INF/SCZgm/14 de octubre 2022
Desde que nos despedimos de la pandemia hemos recuperado ciertas costumbres que creíamos olvidadas. La de comer en el trabajo es una de ellas, pero este pequeño gesto cotidiano puede tener más perjuicios para nuestra salud de los que a priori podríamos creer.
Ya no se trata de ver cuál es el menú que estamos teniendo en casa o en el trabajo, y tampoco de comprobar si la cantidad de proteínas, grasas e hidratos de carbono es la adecuada para llevar una dieta equilibrada. A todos a un puesto fijo, poco tiempo para comer, las prisas y las entregas…
Es triste constatar que comer en el trabajo, más allá de un momento de asueto y de calma para nosotros mismos (que es lo que debería ser), se convierte en una contrarreloj perniciosa que lo único que provoca es más estrés y ansiedad en el empleado.
COMER DE TÁPER:
Otro clásico como es «zapatero, a tus zapatos» nos vendría perfectamente al pelo para explicar porque deberíamos centrarnos en comer en vez de estar haciendo otras tareas cuando se supone que deberíamos estar en ese momentito de pausa. Todos estos consejos son además extrapolables al teletrabajo.
COMER DEMASIADO RÁPIDO
Por mucho que nos pese, la comida debe masticarse para ser lo más digerible posible para que lo que estamos ingiriendo se convierta en nutrientes, sea lo más fácil para nuestro estómago y para nuestro sistema digestivo.
Deberíamos masticar la comida hasta que el bolo alimenticio sea lo suficientemente asimilable por nuestro esófago como para no molestar y como para facilitar esa tarea al estómago.
NO PRESTAR ATENCIÓN A LO QUE COMEMOS
Al no prestar esa atención, lo que conseguimos es que nuestro cerebro siga haciendo otro tipo de actividades y no esté centrado en el hecho de saciarse y de comprender que el estómago se está llenando. Además, si esto lo alternamos con comer demasiado rápido, provocaremos que nuestro estómago realmente no tenga tiempo de transmitir esa información de saciedad.
COMER DE PIE
Comer de pie solo está bien pensado cuando estamos en un cóctel o en una boda y estamos picoteando algo antes de entrar a cenar. Comer de pie en el trabajo es una mala idea por varios motivos: el primero de ellos es que perdemos esa consciencia de que estamos comiendo, lo que puede que a corto y medio plazo nos origine más hambre porque tenemos la sensación de que no hemos comido nada.
NO BEBER MIENTRAS COMEMOS
Beber agua durante las comidas nos va a venir bien para favorecer esa digestión y también para que en la primera fase de la ingesta, es decir, la masticación ayudemos a la formación del bolo alimenticio. Es muy frecuente que cuando comemos en el trabajo obviemos el hecho de beber, pero es un error que es muy fácilmente subsanable. Además, como hemos explicado en otras ocasiones, es conveniente que la bebida que giramos cuando comemos no sea fría. Tampoco ha de ser caliente ni ardiendo, pero con que esté a temperatura ambiente será suficiente.
COMER EN EL PUESTO DE TRABAJO
Es posible que pases en el puesto de trabajo, si eres un trabajador eficiente y aplicado, más de siete u ocho horas al día. Si además de esas siete u ocho horas, pasas la hora que te corresponda para comer en el trabajo también sentado en un puesto de empleo es bastante posible que eso acabe generándote estrés, ansiedad y cierto malestar y sensación de quemazón. Comer en el trabajo delante del ordenador es una mala idea porque nos da la sensación de que no dejamos de hacer todo el rato la misma tarea.
COMER SOLO
Trivializar y socializar en el trabajo son dos elementos fundamentales para no amargarse y para que el trabajo no se acabe haciendo bola. Si además de trabajar muchas horas, de no movernos de nuestro puesto de trabajo, de comer rápido y de no beber, lo hacemos comiendo solos, estamos generando un caldo de cultivo peligroso para que el trabajo nos acabe amargando más de la cuenta. La hora de comer realmente no está solo indicada para ese momento de deglutir, sino para aumentar la interacción Comer solo es una mala idea, tanto en el trabajo como fuera de él, aunque de forma puntual es posible que no quede más remedio.
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