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  • 9 jun 2022
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 1 jul 2022

TENDENCIAS/PR/SCZgm/ 09 Junio 2022


Diez años, ya van diez años que vivo en Bolivia. Como muchos extranjeros, llegue al país como cooperante. Sociólogo, vine con la cooperación Suiza, pero me llevó muy poco para entender que la cooperación no era lo mío y lo digo con todo el respecto al mundo de la cooperación.

Con mi compañera, hace 9 años, fundamos Casa Venturini, una empresa suizo/boliviana.Han habido muchas personas que en el transcurso de estos años me preguntaron porque quesos, si quesos, esto es lo que producimos. Claro que no son simples quesos, en realidad son muchos más.


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Contestar a esta pregunta siempre fue fácil: he aprendido a producir lo que me hacia falta, sabores con los que nací, que me han acompañado por casi toda mi vida y que, lastimosamente, en Bolivia no podía encontrar.

No digo que acá no se producen buenos quesos, pero ustedes saben…estos sabores de tu infancia no son fáciles de encontrar si cambias de continente.



Así que comenzamos con la Formagella, un queso de mi región, el Ticino, pequeño departamento de Suiza donde se habla italiano. El país es Suiza pero la cultura gastronómica es totalmente Italiana. Con nuestros primos italianos compartimos, a parte del idioma, el gusto por la buena comida.



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Pero estoy divagando, discúlpenme.

La idea entonces era producir productos y sabores que no encontraba en mi nuevo país.

Como dije la formagella fue el primer queso, después llegaron el taleggio (queso típico del valle de Taleggio en el norte de Italia), il formaggio dell’alpe (típico de mi región), otro queso fresco también típico de mi región y por último un tete de moine que traducido en castellano sonaría como cabeza de monje, seguramente por su forma, producido en la parte francesa de Suiza.



A parte el queso fresco, los otros tienen una maduración que va desde un mes a 5 meses, obviamente maduran en una cueva bajo tierra, construida en piedra, donde hay una temperatura y una humedad optima.

Así, produciendo estos quesos, pasaron los años. Y sabemos que, si hacemos siempre la misma cosa, que nos guste o no, nos agarra la famosa rutina. ¡Había que inventar algo nuevo y, sobre todo, inventarlo muy rápido!

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Comenzamos a construir un nuevo laboratorio y una nueva cantina, esta vez para producir cárnicos. Otros productos que, de igual manera, me habían acompañado por toda la vida.

Cuando terminamos de construir el lugar me fui un mes de vacaciones a Suiza para tratar de convencer un amigo carnicero a darme sus recetas, sus secretos. No fue fácil convencer un carnicero de setenta años a desvelarme los secretos de familia. En general estos secretos se guardan como oro en una bóveda, por donde sea que uno este.


El hecho es que, después de mucha insistencia y varias botellas de vino, este hermoso señor me dio las recetas de algunos productos y, terminadas mis vacaciones, volví a Cochabamba lleno de entusiasmo y expectativas y empecé la producción.

¡Nada salía como tenía que salir!


Entendí entonces que no es suficiente tener una receta para que todo salga bien, lo más importante es el aprendizaje, la experiencia. Agarre el teléfono y me toco otro gran reto…tenía que convencer mi amigo carnicero a viajar a Bolivia. ! Un hombre de 70 años que viaje a Bolivia no es la cosa más fácil del mundo, aun mas si pensamos que era uno de esos hombres que nunca se han alejado mucho de su pequeño pueblo !

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Pero a veces la vida nos sorprende. Una mañana me llama avisándome que tenía el pasaje y que yo debía estar en el aeropuerto a la hora exacta. Se quedo diez días en mi casa y el primer de estos días me dijo: -“amigo, concéntrate bien porque no voy a viajar otra vez del otro lado del mundo y tienes muchas cosas para aprender”.

Me enseñó a producir salami, jamones, bresaola y tocinos como, antes de el hacia su padre y, antes, su abuelo. Viendo al Giano trabajar, ese es su nombre, aprendí que quiere decir dedicación y pasión.


Pero más aun aprendí que la tecnología y la velocidad no lo son todo.

Estos productos artesanales, traspasados de generación en generación, necesitan sabiduría, maestría y, sobre todo, tiempo. Tiempo y paciencia hasta cuando, con la debida experiencia, el maestro decide que el producto esta listo para llegar a la mesa de los clientes.


 
 
 
  • 3 jun 2022
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 1 jul 2022

TENDENCIAS/INF/SCZgm/ 03 Junio 2022

Sin lugar a dudas uno de los grandes retos de la gastronomía gourmet es el emplatar para que lo que se coma entre también por el sentido de la vista y haga mucho más atractivo el plato que se presenta.

El arte de emplatar surgió en Francia a principios del siglo XX, en el emplatado se deben equilibrar dos elementos: la técnica y el estilo, además de respetarse ciertas reglas para lograr que el platillo sea visualmente atractivo.

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El arte del emplatado tiene su antecedente en la Edad Media, pues en esta época se comenzó a cuidar la presentación y decoración de los alimentos en los banquetes. Pero, el concepto de emplatado como tal surgió a principios del siglo XX en Francia. Su principal promotor fue el crítico gastronómico Grimod de la Reynière, quien solicitaba a los restaurantes parisinos que le llevaran a la mesa los platillos servidos, pues esto le permitía disfrutar más de los sabores y texturas de los alimentos.


Posteriormente, el emplatado se transformó en la década de los 60 con la llegada de la “Nouvelle Cuisine”. En el emplatado ya no se buscaba una cuestión meramente estética o una forma de controlar las raciones, sino que comienza a ser considerado como un arte culinario.

En Santa Cruz tenemos una chef muy concienciada en este arte Nicole Wille que en su face “Gastronomía Creativa” nos muestra las innovaciones que está realizando en esta línea. Para ello hay que buscar platos, cerámicas maderas, piedras planas o cóncavas para crear estas obras de arte gastronómicas.

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Nicole este mes está en el espacio gastronómico creado por el arquitecto FRANCO en CASACOR con platos sorprendentes como el que hoy le presentamos como “La peluda”. No entramos hoy a definir este plato desde el punto de vista del sabor ni la textura ni los aromas y de sus aportes nutricionales que el ingeniero de alimentos de SCZgm GUSTAVO SCHOCK MENACHO escribe en esta sección.


Como dice el refrán “Una imagen vale más que mil palabras” aquí tienen el divertido plato y les aseguro que además esta riquísimo de “la peluda” que lo disfrute ahora y solo ahora con la vista y que lo pruebe no se arrepentirá.


 
 
 
  • 1 jun 2022
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 1 jul 2022

TENDENCIAS/INF/SCZgm/ 31 Mayo 2022


Un experto de vinos de España la pasada semana se “trincó” una serie de todos los vinos top que se producen en las Bodegas Bolivianas, de variedades como el Tanat, cabernet Sauvignon, Petit Verdot, Malbec … pero de todas quedo impresionado con un blanco con la variedad llamada Pedro Giménez, uva blanca de proximidad que produce en Samaipata Uvairenda en los valles cruceños bajo la etiqueta de 1750.

Algunos tachan de inquisidores a los que opinan que el “terroir” de los valles cruceños es el mejor para los blancos, esto en esta vista del experto murciano ha confirmado que de las variedades que allí se plantan como el Torrontés, Sauvignon Blanc, Chardonnay y el Pedro Giménez, este último es un verdadera joya.

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Me comentaba el murciano que lo cató en la misma viña que el “terroir” (el resultado de la interacción del clima y de los seres vivos, como factores activos, sobre el tipo de roca y la orografía) donde le blanco se da como anillo al dedo, en esta altitud superior a 1.750 msnm, y su clima templado semiseco con una media de 16º C y los fríos de los surazos que acarician la llanura cruceña en invierno le hace a la zona especial para este tipo de uva.


En el terreno de los valles predomina el granito, rocas metamórficas, así como depósitos de gravas, arenas y arcillas, con abundantes depósitos sedimentarios recientes, destacando las terrazas como la que se encuentra la viña de Uvairenda.


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Con estas características morfológicas es natural que nos aparezca una uva como la Pedro Giménez (nada que ver con la variedad gaditana Pedro Ximénez). La Pedro Giménez criolla de Samaipata es Cepa criolla típica de Samaipata, tiene una acidez singular, delicada y armoniosa, en nariz se aprecian casi perfumes de frutas tropicales y cítricos. Frio en boca extasía.

 
 
 

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