top of page
  • 24 nov 2022
  • 2 Min. de lectura

OPINION/TS/EP/OPI/24-11-2022

Adaptación de una crítica en La Vanguardia de Toni Segarra

ree

Compañero es aquel con quien se comparte el pan. No hay soledad más profunda, más hiriente, que la del que come solo.

Un comensal solitario despierta una lástima infinita. Se convierte en la representación de la más esencial de las tristezas.

La mesa compartida es un pilar fundamental de nuestra esencia como seres humanos. Por eso me inquieta que cada vez me guste más comer solo.

El otro día había quedado con dos amigos muy queridos para cenar allí. Finalmente, no pudieron venir, y me encontré solo. Y fui feliz. No porque mis amigos no estuvieran. A mi edad cualquier tiempo perdido con la gente que quiero tiene un carácter irreversible que empieza a ser dramático.


Fui feliz porque cada vez tengo más claro que a los escenarios de los cocineros que reivindican su autoría se debe acudir con la máxima atención. Y el máximo respeto.


La nueva cocina que esos cocineros que nació en la vereda del mediterráneo y se ha extendido como una mancha de aceite por todo el mudo desde la materia prima a la atención absoluta del comensal, transformado en espectador, convirtiéndose en arte, construyendo con innovación y creatividad, escenarios y rutinas de la atención absoluta, como los teatros o los auditorios, donde incluso toser está penalizado. Nadie osa interrumpir a Wagner.


El menú degustación, hoy en crisis, fue el formato elegido para la expresión de la autoría en el escenario de la gastronomía. El intento de anular el protagonismo del comensal en un restaurante. El intento de expresar un punto de vista, una idea, una obra, una historia. El intento de reclamar la atención. Toda la atención. El menú tiene un ritmo y una esencia a menudo incompatible con la conversación animada en torno a la mesa y la comida. La soledad permite y privilegia la concentración, y yo diría que transforma las sensaciones, e incluso los sabores.


Comer solo es también una señal de respeto. El trabajo y el talento dedicados a un buen menú degustación son difícilmente calculables, y muy poco valorados.

Existe un camino intermedio entre la soledad y el alboroto: la comunión con gentes semejantes, con otros desgraciados tocados por idéntica vulnerabilidad, seres desclasados, degenerados, que dilapidan fortunas buscando una verdad esquiva en los refugios de una fe pequeña e incierta.


Comer y hablar de comida y escuchar interrupción tras interrupción de una conversación imposible que ya nace muerta hasta convertirse en silencio y en admiración y en gozo.


¿Qué buscamos? No lo sé. Quizá alguna vez hemos sentido el presentimiento de algo sagrado en una combinación de texturas, o de sabores, y hemos creído que era el anuncio de una plenitud que sabemos inalcanzable. El viaje de Ulises que inspiró a Kavafis. Itaca transformada en la alcachofa perfecta a la que nunca llegaremos. O a la que llegaremos cuando la alcachofa perfecta ya no nos importe.


 
 
 

ree


Ramón Freixa “El que sabe”



OPINION/RF/OPI/SCZgm/17 de noviembre de 2022

ree

Leyendo a Martín Holownia, define la humildad como una característica que consiste en tener conciencia de nuestras virtudes y defectos y obrar de acuerdo a esto. Es lo opuesto a la soberbia y la arrogancia. Y es un valor fundamental para convivir armoniosamente en sociedad.

Para un cocinero, o para otras personas que están en el rubro de la gastronomía la humildad según Holownia se puede resumir en:

PEDIR AYUDA CUANDO LO NECESITAMOS

No podemos hacerlo todo por nosotros mismos. Muchas veces necesitamos de la ayuda, el apoyo o la orientación de otras personas. La humildad también implica reconocer en las otras cualidades de las cuales carecemos.

ACEPTAR LAS PROPIAS LIMITACIONES

La humildad se manifiesta en el autoconocimiento, en saber de qué somos capaces, hasta dónde podemos llegar, y cuáles son nuestras fortalezas y debilidades. Esta conciencia de sí mismos es una forma de humildad muy importante.

SER MODESTOS ANTE LOS ÉXITOS

No podemos envanecernos con nuestros logros. Ante el éxito, es importante practicar la modestia, no echarle en cara a nadie nuestras conquistas o ser soberbios. La vida está llena de altibajos. A veces estamos arriba, otras veces nos toca ver el panorama desde abajo.

ADMITIR CUANDO NO SABEMOS ALGO

No podemos saberlo todo. A veces nos encontramos en campos o temas que no dominamos, por eso, es importante reconocerlo y pedir a otro que nos explique o nos ayude a entender. En ocasiones, la conciencia de que no sabemos nos lleva, a la larga, a aprender mucho más.

NO TENER MIEDO DE EQUIVOCARNOS

Todos nos podemos equivocar. De hecho, todos nos equivocamos todo el tiempo. Los errores son maestros en la vida, nos enseñan importantes lecciones y nos ayudan a ser mejores.

ESTAR SIEMPRE ABIERTOS A APRENDER

Las ganas permanentes de aprender hablan muy bien de nosotros. No lo podemos saber todo, por eso a veces necesitamos leer, consultar o preguntar para enterarnos e informarnos de algunas cosas.

SABER GANAR (Y PERDER)

No siempre se gana, pero tampoco se pierde siempre. Hay que practicar el equilibrio y la modestia. Los éxitos traen alegrías, pero no tienen por qué traducirse en arrogancia. Y las derrotas a veces puedan resultar frustrantes, pero no por ello debemos dejarnos llevar por la rabia. Ambas situaciones nos enseñan el valor de la humildad: respetar al adversario y valorar nuestro esfuerzo y el del otro.

RECONOCER EL VALOR DE LOS DEMÁS

Las otras personas que hacen parte de nuestras vidas son importantes. A veces nos tienden la mano, a veces nos apoyan o nos orientan, y, a veces también, necesitan de nosotros. Reconocer su valor es una práctica fundamental en la humildad.

COMPARTIR EL CRÉDITO

A veces tenemos ocasión de llevarnos el crédito por un trabajo en el que participamos junto con otras personas. Sin embargo, es importante compartir el crédito con aquellos que también lo merecen. No solo por respeto, también es una forma de valorar las contribuciones y el valor de los demás.

SER AGRADECIDOS

Podemos estar agradecidos de muchas cosas: la vida, el plato de comida que tenemos al frente, las personas que nos rodean. Visto desde cierta perspectiva, cada cosa que tenemos o que nos pasa es un regalo. Practicar la gratitud constantemente nos brida conciencia de ello.

ESTAR DISPUESTOS A CEDER

Cuando alguien tiene razón sobre algo, es importante que cedamos. No siempre vamos a estar en lo cierto, así que es importante que sepamos reconocer el momento en que lo más sensato es darle la razón al otro.

SABER ESCUCHAR

Es importante que siempre estemos dispuestos a escuchar a los demás, sus deseos, necesidades o aspiraciones. No solo porque esta es una forma de conocer más profundamente a las personas, sino porque nos permite a nosotros mismos aprender. El otro siempre tiene cosas válidas que aportar, por eso debemos respetarlo y escucharlo.

PEDIR DISCULPAS CUANDO SEA NECESARIO

A veces podemos equivocarnos u obrar mal, y, con ello, afectar a las personas de nuestro entorno. Ser humilde, por lo tanto, también supone saber pedir disculpas, pues no somos perfectos y podemos, de vez en cuando, hacer algo mal.

NO SIGNIFICA SER SERVILES

La humildad, sin embargo, no significa ser serviles, ni humillarnos ni arrodillarnos a la voluntad de los otros. Así, pues, la humildad no excluye la propia dignidad.

En definitiva, la humildad te hace más feliz pues es el conocimiento de las limitaciones y debilidades y obrar de acuerdo con ese conocimiento.


Esto significa que tenemos que saber «qué» es aquello que tenemos que mejorar. Eso sobre lo que tenemos que incidir para crecer y aprender. Como el humus a la tierra, la humildad nos proporciona a las personas la oportunidad de crecer y mejorar. De convertirnos en algo más grande. Pero, conocer nuestras limitaciones no está reñido con saber nuestras fortalezas. Una cosa no excluye la otra. Simplemente se complementan.

Puedes saber que tienes que mejorar en algo y rodearte de los mejores para aprenderlo, trabajarlo y dedicar tiempo para conseguirlo. Y, también, puedes saber que eres bueno en otra cosa. Esto te hará más completo, te ayudará a sentirte más seguro y reforzará tu autoestima.


Un ejemplo de esta humildad, es el Chef José Andrés este asturiano catalán que fue el primero en introducir las tapas en Estados Unidos, y siendo uno de las grandes entre los grandes que ha conquistado las metas más altas de la gastronomía ha sabido entregarse a los mas necesitados siendo nominado al premio Nobel de la Paz por su compromiso con los afectados por los desastres naturales. Y pertenece a una lista donde están las cien personas más influyentes del mundo según la revista Time. La publicación estadounidense lo define como «un icono culinario, conocido por su labor innovadora y refinada.​



 
 
 

ree



por Martín Holownia



OPINION /SCZgm / OPI/10 de noviembre de 2022

ree

La cocina me ha enseñado que usar buenos ingredientes y seguir la receta no garantizan un buen resultado. Como en el branding, todo debe ser una experiencia relevante.

La receta es importante. Las marcas son el resultado de insumo, cantidades, procesos, estrategias y decisiones. Pero esto es insuficiente.

Cualquiera puede tener una fórmula. Incluso tener prescripciones únicas como las de KFC o de Coca Cola. Guardadas bajo llave. Pero estas marcas no construyen su brand equity y ventas sobre el sabor sino sobre una experiencia emocional. Joan Roca decía: “No me conformo con dar de comer: quiero crear emociones”.

La personalización de la experiencia de compra genera mejores rendimientos.

Primera lección: crear emociones únicas, pero nunca cocines estando triste. “Al cocinero triste... le está prohibido cocinar”, dijo Gastón Acurio.

¿Segunda lección?, Mise en place. En gastronomía significa organizar y ordenar los ingredientes. Medir su cantidad. Tener listos los utensilios. Brandear es como cocinar. Un arte. Pero como dice Nathan Myhrvold, autor de Modernist Cousine, “… todo arte requiere saber algo sobre las técnicas y los materiales”.

Con todo listo, crea. Innova. Usa tu instinto. Confiar solo en la receta es como promocionar una marca mientras lees a Kotler, Stanton o Kaplan. Lee los autores y luego adapta tu fórmula a través de prueba y error.

Es cierto que los mejores platos son simples; pero también que comer es una interpretación sensorial completa y personal. El verdadero negocio de la cocina está en la mesa. Donde disfrutan los comensales. Como en el mundo de las marcas, que está en el mercado. Esta es la cuarta lección. No se disfruta el proceso de cocinar si los comensales no sienten el placer de cada bocado.

Finalmente, el postre. Porque una comida sin postre es como jardín sin flores. ¿Magdalena, muffin o cupcake? Los tres son harina, huevos, azúcar, mantequilla o aceite. Unos más batidos que otros. Magdalenas y muffin casi no se adornan. Y los cupcakes tienen un plus en el precio porque son como magdalenas reloaded. ¿Quinta lección? Cuida la imagen.

 
 
 

COPYRIGHT ©2025, SCZ Gourmet Magazine. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Desarrollada por ACADEMIA BOLIVIANA DE GASTRONOMÍA Y DEL VINO.

bottom of page