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  • 20 mar 2024
  • 2 Min. de lectura

20/03/2024 GastroTENDENCIAS


Cuenta el reconocido periodista guipuzcoano Mikel Ayestaran (Beasain, 1975) que si algo caracteriza a la gente de Yabalia, el mayor campo de refugiados al norte de Gaza, es su cabezonería. Y que, para testarudos, su amigo Kayed Hammad, “todo un personaje”, gazatí con familia en Málaga, a quien conoce desde que empezaron a trabajar juntos en 2005. “Todos los periodistas que han pasado por Gaza han tratado con él”.


De múltiples habilidades, Kayed ha trabajado para organizaciones humanitarias y suele hacer de intérprete, porque habla un español impecable. Ayestaran asegura que no ha perdido el humor negro que siempre le acompaña, ni después de desoír en octubre las órdenes de evacuación y no tomar rumbo al sur con su familia, como se les exigían.

Ellos dejaron la ciudad de Gaza, donde vivían, y se fueron al norte de la Franja, al campo de refugiados en el que ya se instalaron sus padres durante la huida y expulsión de miles de palestinos en la primera guerra árabe-israelí hace 75 años. Él creció allí.




Ayestaran ha cubierto todas las guerras que ha vivido la región, desde Irak al Líbano, Afganistán, Pakistán, Siria, Irán, Yemen… “He estado en todas partes y puedo asegurar que no hay nada como lo que está viviendo ahora Gaza. Ante un problema serio, siempre ha habido forma de poderles hacer llegar ayuda a tus amigos del lugar; de poder incluso colaborar si un miembro de la familia quería salir. Aquí no puedes hacer nada de nada”.


Esa impotencia lo llevó hace un mes a empezar una serie de publicaciones en su cuenta de Instagram (@mikelayestaran). Cada día cuelga la foto de un plato de comida, siempre en el mismo formato y con el mismo plano, siempre hecha por su amigo Kayed y con una breve explicación que redacta el propio periodista.



Es el plato que ha preparado Amal, su esposa, y lo que ese día comerá la familia gazatí, ahora mismo con siete miembros que conviven en un sótano del campo de refugiados. Uno menos que hace un mes, el tiempo que ha transcurrido desde que la madre de Amal falleció.

  • 14 mar 2024
  • 2 Min. de lectura

14/03/2024 GastroTENDENCIAS


El vino evolucionó de la tradicional botella a nuevas presentaciones como latas y cajas, adaptándose a diversas ocasiones y gustos. La versatilidad del vino refleja la innovación y calidad de un mercado en constante expansión.




La tradicional botella de Malbec junto a una copa de vino era la típica imagen de esta industria que, sin embargo, ya no representa todo el amplio universo de productos y presentaciones de esta bebida de la cual Argentina es líder en producción.



La opción habitual para acompañar las mesas ha sido la botella de vidrio de 750 cc. Ya en los años 90 fue toda una revolución la irrupción del envase en cajas multilaminadas (el tetrabrik). Luego, a los cambios de formato le siguió la aparición de una gran variedad de estilos de los vinos argentinos.



En un mercado fuertemente orientado hacia los tintos, surgieron cepas blancas y vinos rosados que, poco a poco, se ganaron un lugar entre las preferencias de los consumidores argentinos.


Hoy esa revolución se consolida con innovaciones en varios frentes: etiquetas más juveniles, coloridas e innovadoras.




Las hay con realidad aumentada, con tecnologías de impresión súper modernas, con formas, nombres y tamaños divertidos y atractivos. También hay tamaños para todos los gustos, como latas individuales, botellones de 1,5 litro, algunas damajuanas vintage con vinos de autor que son un lujo, y vinos para todas las ocasiones.



Las nuevas presentaciones, como la lata, hacen que sea ideal para tomar bien frío, llevarlo en una "heladerita" o presentarlo en una frapera. Estas opciones más versátiles del vino hacen que sea una alternativa válida para toda ocasión, incluso "vale" mezclarlo con gaseosa, con hielo, con soda, o con frutas o postres.


Al antiguo eslogan "el vino no se mezcla", lo superan los gustos de la mayoría ya que los expertos indican que un 50% de la gente reconoce que mezcla el vino con otras bebidas o productos. De hecho, uno de los tragos más elegidos en el mundo es el de la sangría, cuya base es cualquier tipo de vino, según las preferencias, el país o la ocasión.


Así, el mercado se fue adaptando y ya desde la etiqueta del producto va más allá de los requerimientos legales y aclara cuestiones como "menos graduación alcohólica, más dulce". De alguna forma, la gente obtiene lo que desea.


El vino es una bebida esencialmente versátil, que se adapta perfectamente a las distintas circunstancias. Estas versiones tan diversas permiten que se pueda ir manejando la graduación alcohólica, los niveles de dulzor y de temperatura según la ocasión y las preferencias.


En copa, en vaso, directo de la lata, en jarras de sangría o clericó, productos más "descontracturados", livianos y frescos. El caso es que el vino es producido con uvas que vienen de la misma tierra y del mismo sol.


Cada bodega y cada marca genera propuestas cada vez más atractivas y originales. De este modo, esta industria es cada vez más vigorosa y con un futuro muy promisorio.

  • 13 mar 2024
  • 3 Min. de lectura

13/03/2024 GastoTENDENCIAS


Las épocas son otras, llenas de ocupaciones y falta de tiempo. Como consecuencia, se ha reducido la frecuencia con que las familias se sientan a la mesa para comer. Ya sea por horarios que no coinciden o un desinterés general, muchas están perdiendo los beneficios de compartir una cena.


Según estudios psicológicos recientes, el comedor, ya sea en el hogar o en un establecimiento, no es solo un lugar para disfrutar del alimento; también es un espacio para compartir tiempo de calidad con los seres queridos. Por eso, los expertos coinciden en las siguientes razones y consejos para formar o recuperar el hábito de comer juntos:



Mejor nutrición y planificación. Según una investigación de expertos de la Universidad de Florida, tener comidas en familia "con frecuencia puede tener un efecto positivo en la nutrición de sus miembros pues da la posibilidad de controlar mejor las porciones". Esta práctica ayuda a incluir en cada plato una variedad de alimentos saludables y aumentar la proporción de comida sana que se ingiere por semana, señala.


Planificar con antelación los alimentos en familia también puede ser muy útil.


Merendar juntos ofrece el momento ideal para hacer planes, reforzar lazos y aprender el uno del otro, aseguran los especialistas.



Compartir información y acontecimientos importantes de la vida de cada miembro, así como prestar un poco más de atención a los hijos, son cosas que se facilitan con este tiempo, pero, para que ese entorno sea el mejor, lo óptimo es eliminar todas las distracciones posibles.



Apagar el televisor y dejar los celulares en otra habitación pueden ser clave, así como aprovechar el tiempo para conocer cómo están los demás y compartir historias del día (o del pasado), sin distractores, son pasos que aseguran un buen rato, dice la Organización Mundial de la Salud (OMS).


Los científicos sugieren que los "encuentros familiares a la mesa" sean tan frecuentes como sea posible. Eso sí, en cada caso conviene que los miembros del clan "pacten" cuáles tiempos de comida les gustaría disfrutar juntos, en días seleccionados, para así tomar las previsiones necesarias.




Si bien es poco probable que se puedan compartir todas las comidas de la semana en grupo, algunos sugieren proponerse metas, como, por ejemplo, cenar semanalmente en familia una o dos veces.




Formación de buenos hábitos. Acostumbrarse a la comida preparada en casa o conocer tipos de comida en diferentes restaurantes ayuda a moldear hábitos saludables en los más pequeños, quienes aprenden a formar un plato balanceado, a controlar sus porciones y a preferir los alimentos caseros a la comida rápida.


Estudios publicados en revistas como Journal of the American Medical Association (JAMA) y Social Behavior and Personality coinciden en que los adolescentes también pueden aprovechar para aprender a cocinar y reducir las veces en que comerán fuera cuando vivan por su cuenta. La Clínica del Adolescente ofrece otro consejo: que en lugar de comprar platos preparados, se aproveche para que toda la familia ayude a prepararlos. Como práctica, puede comenzar realizando las compras también junto al resto de familiares.


Finalmente, los psicólogos coinciden en que hay más oportunidad de ver señales de alerta en el comportamiento o en el bienestar de un familiar cuando se comparte tiempo con frecuencia. Por ejemplo, problemas de desórdenes alimentarios o escolares son más fáciles de detectar en el comedor de la casa.


Siempre en la línea de calidad de vida, un estudio de la Universidad Brigham Young, en los Estados Unidos, reveló que comer en familia puede incluso ayudar a las madres a bajar sus niveles de estrés. Eso, siempre que se pongan reglas y que la comida familiar no sea momento de peleas. Para lograrlo se sugiere establecer previamente reglas muy básicas de convivencia, como no alzar la voz y no promover enfrentamientos entre los miembros. FUENTE: AMA

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