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SoloVINO 12/05/2025


En Bolivia y, concretamente, en Samaipata y sobre todo en Tarija nos vanagloriamos de nuestro vino de altura. ¿Qué es lo que le hace diferente el vino de altura a los otros vinos?


El vino de altura se diferencia por la mayor intensidad de color, concentración de aromas y sabores, y una acidez natural más brillante y fresca, gracias a la mayor amplitud térmica entre el día y la noche, que obliga a las uvas a desarrollar pieles más gruesas, ricas en polifenoles y taninos. La altitud también proporciona más luminosidad, lo que intensifica la tipicidad varietal y la expresión del terruño, resultando en vinos con mayor personalidad, complejidad y longevidad.


FACTORES CLAVE QUE HACEN DIFERENTE AL VINO DE ALTURA:


MAYOR AMPLITUD TÉRMICA:

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La diferencia de temperatura entre el día y la noche es más pronunciada a mayor altitud. Esto ralentiza la maduración de la uva, permitiendo una mayor acumulación de compuestos aromáticos y el mantenimiento de una acidez natural más alta, lo que se traduce en vinos más frescos y longevos.


MAYOR EXPOSICIÓN SOLAR Y RADIACIÓN UV:


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La altitud incrementa la exposición al sol y la radiación ultravioleta. Esto fuerza a la uva a desarrollar pieles más gruesas, lo que aumenta la concentración de polifenoles (como antocianinas y taninos).



MAYOR CONCENTRACIÓN DE COMPUESTOS:

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El engrosamiento de la piel de la uva debido a la mayor radiación solar y la maduración lenta concentran más color, taninos y aromas en el vino. Los tintos de altura suelen tener mayor presencia de taninos.



MAYOR SANIDAD DE LA VID:

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La mayor altura y el entorno a menudo favorecen la sanidad del viñedo, con vientos que contribuyen a reducir la incidencia de plagas y enfermedades.



EXPRESIÓN DEL TERRUÑO:


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La combinación de estos factores crea un microclima único que permite al vino expresar de manera más intensa y auténtica las características de la tierra donde se cultiva.


En resumen, la altitud crea un ambiente extremo que favorece el desarrollo de uvas con características especiales, resultando en vinos más concentrados, frescos, con mayor acidez, taninos más presentes y una expresividad única.

 
 
 
  • 5 ago
  • 3 Min. de lectura

SoloVINO SCZgm 05/08/2025


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El vino se enfrenta a una crisis mundial: su consumo se hunde hasta los niveles de 1961. Las claves: Por un lado, los patrones de consumo, sobre todo entre los más jóvenes, han cambiado en los últimos años. También los usuarios moderan cada vez más la ingesta de alcohol, hasta en los eventos sociales. Por último, la subida de precios y la guerra arancelaria también influyen en los niveles de consumo.

 

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A todo esto le sumamos la guerra de aranceles de EEUU. La industria vinícola, motor económico y cultural de regiones enteras, se enfrenta a un momento decisivo. Y es que el consumo mundial de vino cayó en 2024 a su nivel más bajo desde el año 1961, según datos de la Organización Internacional del Vino, que también alerta sobre la incertidumbre que vive el sector por culpa de la guerra arancelaria iniciada por Estados Unidos.


CAMBIO EN LOS HÁBITOS DE CONSUMO


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Y no es que se haya reducido el número de consumidores de vino, que de hecho ha aumentado en algunos de los principales mercados, como Estados Unidos, Japón o Corea del Sur. Se deba a que se está produciendo un cambio en los patrones de consumo, incidiendo tanto en la frecuencia como en la intensidad.


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Como señalaba el estudio de la organización, los consumidores están cada vez más interesados en la moderación como opción de estilo de vida, en beneficio de la salud y el bienestar. De hecho, diversas encuestas aseguran que al menos la mitad de los compradores de vino han moderado activamente su consumo de alcohol.


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Se suma que cada vez hay una mayor tendencia a socializar sin alcohol. Un tercio de los bebedores de vino renuncia al alcohol en determinadas ocasiones, ya sea recurriendo a refrescos o bebidas sin alcohol, o incluso en planes alternativos donde no se beba.



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Este cambio de actitud viene motivado, en parte, por la presión de las redes sociales, que están popularizando este tipo de cambios en los patrones de consumo, promoviendo retos como 'octubre sobrio', 'enero seco' o similar. También influye que muchos consumidores se han hecho conscientes de que es muy fácil que imágenes suyas aparezcan en internet, por lo que desean mantener el control de la situación. Todos movimientos que están haciendo que se replantee el consumo de alcohol, en general.


Como tantos otros cambios, en el consumo de vino también se reflejan importantes diferencias generacionales, siendo los jóvenes, menores de 30 años, los que más están controlando su consumo; mientras que entre los 'baby boomers' esta tendencia es mucho más excepcional. De hecho, los jóvenes están abandonando algunas tradiciones, como el de acompañar la comida diaria con una copa de vino.


También influye en el descenso de consumo de vino la aparición y popularización de otras bebidas. Un fenómeno, que afecta a todos los campos de alimentación y bebida, y que también está marcado por las redes sociales, capaz de poner de moda productos diferentes a los habituales. Así, los consumidores, sobre todo los más jóvenes, están más abiertos a probar nuevas bebidas y nuevas marcas, o cócteles más modernos o menos habituales.

 

Por último, también influye el cambio en la forma de beber. Muchos consumidores apuestan ahora por buscar marcas y categorías más ambiciosas. Una vez que han reducido su consumo de alcohol, y que en muchos casos su nivel de ingresos se hayan reducido, cuando beben, al ser menos veces, prefieren buscar experiencias más exclusivas. En el caso del vino, esto puede haber provocado una caída del consumo general, pero un aumento de los productos 'premium', aunque en este caso la tasa de crecimiento también se está desacelerando.


FUENTE: Javier Calvo

 

 
 
 

SoloVINO 29/07/25


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Si no comienza tu estancia en Tarija por “José Luis” nunca podrá entender qué es lo que alberga el corazón chapaco, pues detrás de este nombre se esconde el ser o no ser tarijeño, todas sus virtudes y toda la historia que cumple ahora 100 de emprendimiento y trasciende a la misma Tarija.


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Desde hoy el recorrido por Tarija, cuando después de caminar entre viñedos, admirarse con las barricas de roble, o pasear por las orillas del Guadalquivir y entremos a la hora de recuperar fuerzas, hay que dirigirse a la finca Los Cipreses, en el corazón del valle de Santa Ana, donde se encuentra “José Luis”.



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En este centenario, la familia Granier Ortiz Castellano pone la guinda a su primer centenario bautizando este proyecto como homenaje al pater familiae de una saga que ha puesto el nombre de Tarija más allá de las fronteras del Cono Sur. “José Luis” se ancla en estas zonas icónicas del vino latinoamericano.


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Así lo explicaba Luis Pablo Granier: “Queremos que cada visita a ‘José Luis’ sea una vivencia íntima y memorable, en la que el entorno, el fuego, el producto local y el vino dialoguen en perfecta armonía. Es el mejor homenaje que podemos dar a nuestro padre en este centenario, para saber que nuestro trabajo, gracias a Tarija, trasciende a la misma Tarija”.


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“José Luis” es una historia de una gran familia contada al calor del fuego. “Es memoria, cercanía e identidad. Una mesa larga que celebra lo que somos y lo que podemos compartir, como un acto de gratitud hacia esta tierra. Los invitamos a que nos visiten y puedan disfrutar de una exquisita e inolvidable experiencia”, finaliza Luis Pablo Granier.


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Proyectado y ejecutado por el arquitecto argentino Mario Yanzón, nos contó su proyecto de restaurante que en secreto le encargó los hijos de José Luis, desde la altura mientras degustábamos un menú asiático. Mario, que es el mascarón de proa del diseño arquitectónico de bodegas, edificios y entornos de viñas y bodegas en todo el mundo, nos avanzó la idea que ahora es ya una gozosa realidad.


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Su objetivo era adaptar el diseño al terroir, a la altura, a la viña, aprovechando todo, desde sus puntos de fuga a los materiales autóctonos con que se ha construido todo el edificio y su decoración. Lo natural penetra por los ventanales, invitando a la calma, la meditación y la paz y tranquilidad, antesala para un espacio ideal, un buen entorno gastronómico donde brasas y vinos realizarán su función propia, acompañados del producto de kilómetro cero y los mejores caldos de Bolivia: Campos de Solana. Un sitio que te abraza, te acoge, te revive y te envuelve de cariño, donde es muy difícil escapar de este abrazo de historia, familia y amor.


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El arquitecto Mario Yanzón, en su diseño, privilegia la luz natural, los materiales nobles y una atmósfera que conecta lo sensorial con lo emocional. Yanzón, autor de obras icónicas en la arquitectura vitivinícola internacional, da en “José Luis” la respuesta perfecta del perfil de esta gran familia, los Granier Ortiz. Por eso uno detecta que el restaurante se integra de forma orgánica con el paisaje y con las personas que han hecho realidad este sueño.


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Por otro lado, la propuesta gastronómica gira en torno al fuego, la brasa y el horno, siempre acompañada y maridada de la mano de los vinos de estas viñas tarijeñas, que lideran con sus vinos la imagen enológica del vino y que en octubre estará presente en la mayor feria gastronómica de Europa, con más de 80 000 visitantes, en Alicante.


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“José Luis” ofrece una propuesta al visitante por pasos hasta platos y lo más auténtico de la comida chapaca: carne, río y vegetal, con ingredientes de proximidad. Un centro gastronómico con una calidad de garantía chapaco 100 %. Tal como nos explica Nicolás Granier: “El fuego es el principal protagonista, sin enmascarar, y eso es lo que buscamos: En ‘José Luis’ se encontrará una cocina intensa, profunda, auténtica, porque lo que buscamos es poner nuestra tierra en lo más alto y la gastronomía es herencia, legado e historia, y como no, con nuestro vino”.

 
 
 

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