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SoloVINO 15/04/2025


Parker y su Guía Parker, es el hombre en el mundo que hace temblar a las bodegas, a los vinos y a la economía que rueda alrededor del mundo enológico: Hoy en SCZgm queremos explicarles cómo funciona por dentro la biblia de los vinos.


Robert Parker es el creador de WINE ADVOCATE (https://www.robertparker.com/), la revista con más influencia en el mundo del vino y de su Guía Parker sobre vinos, donde los vinos se puntúan hasta 100 puntos y así califica los vinos de todo el planeta y ahí la referencia y etiquetas en las botellas cuando un vino entra en el ranking entre 90 y 100 puntos.


La Guía Parker es un sistema de puntuación que va entre los 50 y los 100 puntos. Se trata de una publicación bimensual que nació tras el viaje de Parker por Europa.


Pocas veces un viaje a Europa ha sido tan productivo. En 1967, el joven Robert M. Parker decidió tomarse un año sabático y viajar por el continente.


Siguiendo el consejo de una amiga, decidió visitar Francia y allí Parker descubrió todo un universo de vinos, que en muchos casos eran baratos en comparación a los EE. UU.


Ese descubrimiento sentó las bases del que ha sido su mayor éxito profesional: la Guía Parker.


Además, aquella chica que le aconsejó conocer el país galo acabó siendo su esposa. Eso es aprovechar un año sabático.


Aunque Robert Parker se convirtió en abogado en Baltimore, la idea de dejar la abogacía y centrarse en el mundo del vino fue tomando fuerza dentro de él hasta el punto de no retorno. Su idea fue lanzar una revista bimensual que sería sufragada únicamente por sus suscriptores.


Así nació una publicación que en 1979 pasó a denominarse “The Wine Advocate”, nombre que a día de hoy es referencia entre los entusiastas del vino.


La base del éxito de Robert Parker fue la creación de un sistema de puntuación de los vinos que valoraba en función de la cual se conoce su calidad. Un baremo subjetivo apoyado en una serie de pautas objetivas que parten de la cata a ciegas. Sus opiniones han calado hondo en el mundo vinícola.


El sistema va desde los 50 a los 100 puntos, siendo de más calidad cuanto mayor es su puntuación.


Además, existen rangos dentro de esa escala. Entre 50 y 59 puntos se considera que es un vino inaceptable y de poco interés. Entre 60 y 69 se trata de casos que están por debajo de la media por tener graves defectos.


De los 70 a los 79 puntos son caldos regulares, que no destacan. Entre 80 y 89 son vinos notables en los que no hay grandes carencias. De las 90 a 95 unidades se trata de ejemplares sobresalientes, mientras que entre las 96 y las 100 se trata de vinos extraordinarios.



Una clasificación que sirve de referencia al sector y al consumidor, que siempre se puede apoyar en ella en su búsqueda de vinos de calidad que cumplan sus exigencias.


En este link le dejamos los vinos de todo el mundo que han conseguido 100 puntos en la lista Parker desde su creación: https://www.wine-searcher.com/robertparker

SoloVINO 08/04/2025



A la hora de planificar una comida, nos preguntamos a menudo en qué orden se deben servir los vinos. ¿Cuál es el momento adecuado para beber un vino determinado? Hay algunas pautas básicas, pero lo importante es asegurarse de que el matrimonio tenga sentido y disfrutarlo.



REGLAS BÁSICAS PARA EL ORDEN DE SERVICIO DE VINOS



Empezar con burbujas como un refrescante y delicado Brut es una buena idea para refrescar el paladar y abrir el apetito; luego, los vinos blancos, seguidos por los rosados, luego vinos tintos y, finalmente, los vinos dulces.




No servir un vino estructurado o potente antes de un vino más ligero, ya que los taninos del primero opacarán el paladar del más suave y neutralizarán los aromas más frutales del segundo.


Al igual que ocurre con el orden de la comida, los vinos dulces se deben servir al final. Ve aumentando gradualmente el nivel y reserva los vinos más complejos después de los más ligeros.



Sin duda, es difícil volver a la fruta fresca y la acidez vibrante de un vino joven después de probar los sabores de un vino añejo. Por ello, sirve primero los vinos jóvenes y afrutados, antes que los vinos maduros.




Y, por último, no olvides que si los vinos van acompañados de un maridaje, los platos también deben seguir el mismo criterio de secuencia. Pero lo más importante de todo es pensar en tu disfrute: guíate por estos consejos sin dejar de dar rienda suelta a tus gustos e imaginación, y no tengas miedo de experimentar y sorprenderte.



Y no olvides: los vinos de gran reserva deben descorcharse con 30’ o 45’ de antelación, o bien en decantador o con filtro que oree el vino.


Por Raquel Morales / LPgm

  • 1 abr
  • 4 Min. de lectura

SoloVino 01/04/2025


El CEO de la cristalería familiar más antigua del mundo defiende la importancia de las copas en el consumo de la bebida. Es lo que traemos hoy a esta sección de la mano de GOURMET EL PAÍS.


Para que el cristal reclame su lugar en el mundo moderno no hay nada más eficaz que un instagrammer. Así lo ha demostrado Maximilian Riedel (Viena, 47 años), el CEO de la cristalería que lleva el nombre de su familia desde hace 11 generaciones y que se ha convertido en uno de los fabricantes de copas más prestigiosos del mercado. Tal como lo hizo Hermes, el mensajero que le salvó la vida a Dioniso, el dios del éxtasis y el vino, Riedel se ha convertido en emisario de una tradición que desde hace 2.000 años defiende que el vidrio se hace con las manos y no en campos de cultivo industrial.


Riedel ha demostrado que tiene con qué dar la batalla. Más de 570.000 seguidores lo acompañan cada semana en aventuras que van desde catar un vino mientras practica surf hasta retar a Cristiano Ronaldo a levantar ―con precisa habilidad futbolística― una copa desde su pie hasta su mano. En sus redes sociales, las copas se usan para catar trufas o descorchar botellas con un elegante sabrage. Sin embargo, la misión sagrada del cristal que crea Riedel es inconfundible: servir de cáliz para beber los mejores vinos del mundo.


“Tuve la suerte de encontrar en Instagram cómo comunicar mejor mi negocio y mi pasión”, confiesa Riedel desde Kufstein (Austria). Fue en esta ciudad donde su abuelo —“el hombre que cambió el mundo del vino”— inventó en 1958 la primera copa egg-shaped. Con ella, modernizó la forma en la que se bebe la milenaria bebida. Hasta entonces —recuerda— los comensales bebían de tazas y de vasos. Riedel se ve emocionado, con una sonrisa pícara y, por lo demás, didáctica. Prosigue contando que el mismo espíritu transformador lo tuvo su padre, quien advirtió las diferencias de beber una misma variedad de uva en diferentes copas. Esta fue la meta de un proceso de aprendizaje en el que contó con el ejemplo de grandes nombres del vino, como Angelo Gaja, Robert Mondavi y Robert Parker.


—Mi padre tenía pasión por el vino tinto. Así que tomó un pinot noir, lo sirvió en diferentes copas y, al probarlo, se dio cuenta de que sabía diferente. De que sabía mejor.


La diversidad de copas es el rasgo distintivo de la empresa que dirige: la compañía fabrica un cristal específico para cada variedad de uva —como el malbec o el merlot— o para cada denominación de origen —como Bordeaux, Ribera del Duero o Rioja—. Solo en su página web, Riedel ofrece copas para 56 cepas diferentes. Y ante la pregunta de si realmente una copa diseñada para cada variedad hace la diferencia al momento de beberla, Riedel responde con seguridad que sí, que las personas tienen que probarlo para ver la diferencia.


Este es el evangelio de este Hermes moderno: “La única manera de que la gente lo experimente es teniendo el mismo vino en diferentes copas”. El fruto de la vid debe beberse con la dignidad que le corresponde, y Riedel lo predica cuando asegura que prefiere beber una cerveza directamente de la botella antes que “beber vino malo de un vaso de plástico”. Aunque reconoce ―entre risas― que “todos hemos tenido errores en nuestra vida”.



—Respeto el vino porque está muy relacionado con mi cultura, con mi filosofía del vidrio. No podría beber vino en ‘esto’ [levanta una especie de florero que decora su oficina], porque nunca sabría de la forma que debería saber.



La confianza de Riedel se funda en una vida dedicada a la vinicultura. Ha crecido junto con la empresa familiar. A los 12 años entró por primera vez en la fábrica, después de que su padre le dio a elegir entre mejorar sus calificaciones en la escuela o ir a trabajar en Riedel. Asistió al taller durante una semana, empezando su jornada a las 5 de la mañana junto con los demás trabajadores.


Después de siete días en tan agotadora tarea, reconsideró su apuesta y optó por convertirse “en el mejor estudiante” en la escuela. Entre los 14 y los 16 años fue el responsable del servicio de vinos en su casa, y fue entonces cuando probó su primer vino: un Moscato d’Asti, un vino dulce de baja graduación alcohólica que “era muy popular en los setenta”.


—Cada copa cambia el vino tremendamente. Puedes hablar todo lo que quieras. Nadie te creerá hasta que lo pruebe y sea el vino el que le hable a sus sentidos. Ese es nuestro secreto.


Es por esto que Riedel dedica horas a sus seguidores en Instagram. Quiere que compartan con él su pasión por el vino y el cristal. El CEO de una empresa que vende sus productos en más de 100 países se toma el tiempo de leer y responder personalmente a cada uno de los comentarios que las personas dejan en sus videos. Para Riedel, la comunicación con sus clientes es fundamental, y se siente “agradecido de poder hablar con ellos sin fronteras”: “Necesito la retroalimentación de la gente”, afirma.

Este es el mismo criterio que parece regir su consumo del vino, siempre mejor “cuando lo compartes con una persona que respetas, con una persona que amas”. De hecho, es esta la razón por la cual casi no abre los “viejos tesoros” españoles que guarda en su bodega, donde algunas botellas esperan desde 1950 su turno para ser abiertas: “Me hacen falta amigos que hablen español para apreciar con ellos los vinos de España”, resalta.


Para Riedel, los vinos españoles son “hermosos”. Los describe como “estructurados”, tanto que no son “accesibles” cuando están jóvenes. Riedel es, como reza su biografía de Instagram, un enamorado de los vinos añejos. Ha tenido el privilegio de beber vinos de más de 100 años en uno de los Premier Grand Cru de Burdeos: Château Latour. Es uno de los mejores recuerdos que guarda, de los que le demostraron que “el vino puede ser inmortal”.


Maximilian Riedel parece dar así vida a una de las máximas de Nélida Piñón. La escritora brasileña solía decir que “no se puede ser moderno sin ser arcaico”. Esta es la combinación ganadora de este Hermes moderno: como un victorioso instagrammer, ha sabido defender el vino con las antiquísimas técnicas que 2.000 años le han legado.


FUENTE: GASTRO EL PAÍS, Luis Carlos Pinzón

(Las copas Riedel se pueden encontrar en Bolivia en LA ACADEMIA DEL VINO)

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