- 11 ago
- 2 Min. de lectura
GastroTOUR SCZgm 11-08-2025

Muy pocos conocen que la buganvilla que está en nuestras casas y calles de Santa Cruz es una flor, en el inmenso mundo de las plantas comestibles, es donde lo visual y lo culinario a menudo se cruzan.
Esta flor no solo llama la atención por su belleza intensa y su presencia decorativa en muros, terrazas y jardines, sino que también puede llegar a desconcertar al paladar.

La buganvilla, esa planta exuberante y colorida que muchos asocian a zonas como Santa Cruz y en Europa al Mediterráneo, especialmente en lugares como España e Italia, pero cuyo origen verdadero está en Sudamérica. A pesar de su popularidad en zonas cálidas y su uso extendido como ornamento, muy pocos saben que es comestible.
LA BUGANVILLA: LA CURIOSA FLOR QUE SABE A TOMATE

Lo más curioso: hay quien asegura que sabe a tomate. Esta flor puede comerse y sus datos botánicos son muy reveladores, que explican su inusual perfil de sabor.
Todos asociamos ese vibrante color fucsia o morado a la flor de la buganvilla; en realidad, lo que estamos viendo no es la flor, sino unas hojas modificadas llamadas brácteas.

Estas brácteas tienen como función principal atraer a los polinizadores, pero no son la flor auténtica. La verdadera flor de esta planta es una minúscula estructura blanca o crema situada justo en el centro de ese envoltorio colorido.
Este dato, que puede parecer meramente técnico, en realidad nos da muchas pistas sobre su sabor, porque esas hojas coloridas tienen una composición química diferente a la de la flor, y son justamente las que, al masticarlas, nos recuerdan al sabor de un tomate maduro.

Este perfil gustativo inesperado, que combina una ligera acidez con notas vegetales frescas, convierte a la buganvilla en una opción muy interesante para quienes disfrutan experimentando en la cocina.

Aunque no se trata de un ingrediente habitual en recetarios tradicionales, su carácter comestible permite darle un uso creativo en ensaladas, decoraciones de platos o incluso como componente en infusiones o cócteles.
Eso sí, siempre es importante asegurarse de que las flores no hayan sido tratadas con pesticidas o productos químicos si se van a consumir.

La buganvilla, por tanto, no es solo una cara bonita en las calles y pueblos de Santa Cruz, sino también una planta con historia, función biológica fascinante y potencial culinario inesperado.
Hoy desde SCZgm les ofrecemos una invitación abierta a mirar el mundo vegetal con otros ojos, a redescubrir lo que tenemos delante y a perderle el miedo a probar cosas nuevas.
¿Quién sabe? Tal vez tu próxima ensalada lleve un toque de buganvilla porque te apetezca que tenga un ligero sabor a tomate.
_edited.jpg)










