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  • 31 jul 2024
  • 5 Min. de lectura

31/07/2024 GastroTOUR


No solo París son ahora los JJ.OO. También es arte, gastronomía e innovación. En SCZgm les traemos propuestas alternativas como el placer de sentarse a una mesa: la capital francesa no deja de sorprender con propuestas nuevas -algunas de ellas efímeras- y otras tradicionales, pero no por ello menos imprescindibles.


Las propuestas que ofrece París a quienes viajan a la ciudad en cualquier época del año son infinitas y aptas para todas las sensibilidades, aunque en verano se multiplican. Este año, sin embargo, los Juegos Olímpicos abren la puerta a más opciones que nunca.


A los locales de moda y rincones más emblemáticos y chics (que no deben pasarse por alto) se suman algunas actividades efímeras; experiencias excitantes con un principio y un fin. Algunas de ellas tienen o tendrán lugar durante pocos días y otras se prolongarán unos meses. En cualquier caso, si viajas a la Ciudad de la Luz las próximas semanas, toma nota: del arte alternativo al placer de sentarse a una mesa o alojarse en el hotel más cosmopolita, París no deja de sorprender con sus propuestas.


LE GRAND MAZARIN, UNO DE LOS HOTELES DE MODA


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Escondido en Le Marais, uno de los barrios más cosmopolitas de París, Le Grand Mazarin es un referente para los amantes del diseño y de la moda, en buena parte gracias al trabajo realizado por Martin Brudnizki. El sueco ha imprimido una visión moderna del lujo parisino en todos sus espacios. Las originales 50 habitaciones y 11 suites, algunas de ellas con vistas a los tejados de Le Marais; su restaurante, el Boubalé –pilotado por Assaf Granit–; su apuesta ecológica, y su excelente ubicación a pocos pasos del Sena lo convierten en una excelente elección a la hora de visitar la capital.


'WE ARE HERE' GAUTIER DEBLONDE / PETIT PALAIS


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Por primera vez en sus 124 años de historia, el Musée des Beaux-Arts de la Ville de Paris abre el espacio a trece grandes artistas que habitualmente exponen sus obras en la calle. Shepard Fairey (Obey), Invader, D*Face, Seth, Cleon Peterson, Hush, Swoon, Vhils, Inti, Add Fuel o Conor Harrington se codean con obras de la colección permanente del prestigioso centro. El nombre de la exposición, We are here –un eslogan utilizado en diversos contextos históricos y contemporáneos–, es toda una reivindicación y, a su vez, un reconocimiento del arte callejero. La muestra permanecerá abierta al público hasta el 7 de noviembre.


SIEMPRE EL TRAIN BLEU EN LA GARE DE LYON


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El Train Bleu es un famoso restaurante ubicado en la estación de tren Gare de Lyon en París, que se destaca por ser un referente en la historia del turismo y la gastronomía. Ahora sigue como estaba con alta gastronomía, ahí comía el crítico gastronómico de la película Ratatouille. El emblemático restaurante Le Train Bleu es una auténtica institución parisina. Hace poco, lo regenta un nuevo concesionario, Michel Rostang, que es la promesa de una gastronomía generosa y regional al mismo tiempo. Se alcanzaron a vender algunos pequeños muebles de los tocadores, que estaban desde la Belle Époque. Por suerte, hubo intervención de autoridades pertinentes y conserva su estilo y belleza. Los precios son un poco altos, pero vale la pena.


LA PISCINA MOLITOR ES UNA DE LAS MÁS ICÓNICAS DE PARÍS MOLITOR


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En la piscina Molitor uno tiene la sensación de encontrarse a bordo de un transatlántico. Y es que este histórico espacio art déco del distrito 16, que reabrió en 2014 como piscina y hotel de lujo, es un "must visit" indiscutible; un rincón en el que pasar una deliciosa jornada al sol o disfrutando de unas instalaciones que incluyen, entre otros atractivos, bar, spa, brasería, salón de té o sala de lectura. El arte callejero, que decora el vestíbulo del hotel y algunos de sus pasillos, sigue siendo uno de los elementos distintivos.


NAVEGAR POR EL SENA CON EL CRUCERO DE PARFUMS CHRISTIAN DIOR


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La firma repite por tercera vez una experiencia del todo original. Propone tratamientos personalizados y un elegante espacio a bordo de un crucero de bienestar en el río Sena durante casi dos semanas: del 30 de julio al 11 de agosto. El buque, que permanecerá anclado en el puerto Henri IV, ofrecerá una carta de servicios que incluyen tratamientos faciales y corporales, sesiones de bienestar, pilates o yoga, en una travesía de dos horas. El recorrido permitirá disfrutar de vistas envidiables de la capital gala desde una óptica distinta.


LA AZOTEA DEL BRACH PARIS

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La azotea del Brach Paris, en el elegante distrito 16, es, sin duda, una de las más hermosas de la capital, especialmente en verano, rodeada de vegetación. El hotel ofrece, por primera vez, la posibilidad de disfrutar de los Dîners Privés, exclusivas cenas privadas a cargo del chef Adam Bentalha con vistas de 360º de la ciudad y de la torre Eiffel. La experiencia, diseñada para un grupo de entre 12 y 16 comensales, se complementa con un baño noruego... también con vistas.



CHRISTOPHE MICHALAK ES UN TEMPLO PARA GOURMETS


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La nueva boutique del popular maestro pastelero, situada en el 37 de la rue Étienne Marcel, en el corazón histórico de la ciudad, se ha convertido en todo un referente apenas tres meses después de su apertura. El establecimiento, con una decoración chic, reúne por primera vez en un mismo espacio pastelería, panadería y chocolatería, lo que evita a los gourmets tener que desplazarse a los distintos locales diseminados por París.


RESTAURANTE AIR FRANCE EN EL PALAIS DE TOKIO DE PARÍS


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Air France ha encontrado en los Juegos Olímpicos un pretexto excelente para su propuesta más singular: un restaurante efímero de “estilo avión” que abrirá sus puertas del 27 de julio al 11 de agosto. Situado en el interior del Palais de Tokyo, los comensales podrán degustar algunas de las especialidades que se sirven habitualmente en la clase business de los vuelos de largo radio. Firmará los platos Arnaud Lallement, el prestigioso chef reconocido con tres estrellas Michelin. Le acompañarán en la aventura Nina Métayer, premiada como mejor pastelera del mundo de este año, y Xavier Thuizat, el nuevo sumiller jefe de la aerolínea.


TERRAZA DE MAMA SHELTER PARIS WEST


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Comer algo, tomar una copa, escuchar música, bailar... La terraza del hotel Mama Shelter West se ha convertido este verano en uno de los rincones más de moda y con mejor ambiente de la tarde y la noche parisinas. Su toproof decorado con lucecitas, su pista de petanca y su bar escenifican un verano típico de la Provenza. Los viernes y sábados, un DJ ameniza la velada en este singular chiringuito hasta bien entrada la noche.


CENAR EN EL MUSEO CARNAVALET


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¿Te apetece cenar y bailar en los extraordinarios jardines de un museo en el barrio de Le Marais? En las noches de verano, la terraza del Fabula, el restaurante situado en los jardines del museo Carnavalet -el museo de historia de la ciudad- se transforma completamente. El joven chef franco-americano Thomas Chisholm y el mixólogo Vincent Diener ofrecen sus creaciones en un ambiente delicioso. La velada se prolonga en la pista de baile al aire libre con sesiones musicales protagonizadas por distintos DJ.


BAR LES AMBASSADEURS HOTEL DE CRILLON PARIS


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El bar Les Ambassadeurs, galardonado recientemente como el mejor bar de hotel internacional de Europa en los premios Spirited, encarna la quintaesencia del espíritu parisino. El local, que ocupa un espacio del emblemático hotel de Crillon, en la céntrica plaza de la Concordia, es una combinación equilibrada entre tradición y vanguardia. Visita obligada para quienes deseen degustar un excelente cóctel mientras escuchan música en directo. Desde mediados de julio, el bar ha estrenado nuevo menú en el marco de la serie A Sense of Taste, Summer Harvest, una propuesta basada en combinados elaborados con ingredientes de temporada.


FUENTE: Magazine LA VANGUARDIA


 
 
 
  • 30 jul 2024
  • 7 Min. de lectura

SoloVINO 30/07/2024


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Existe un coleccionista de vino francés que afirma que su colección ha sido valorada en 50 millones de euros. Se llama Michel-Jack Chasseuil y tiene más de 50.000 botellas de vino en su bodega, bajo su casa de La Chapelle-Bâton (Deux-Sèvres), entre las que se cuentan una Château d’Yquem de 1811 y casi todas las botellas que produjo la famosa bodega en el siglo XIX, una Romanée-Conti de 1945, todas las de Pétrus desde 1914 y también otras rarezas como botellas de la bodega del mítico actor Alain Delon, del propio Hitler, del vino que bebía Napoleón en la prisión de Santa Helena e incluso una botella de champán Marie Brizard que se salvó del naufragio del 'Titanic'.


Así lo enumeraba Chasseuil en la entrevista que dio al periodista Amaury Coutansais-Pervinquière para 'Le Figaro' a principios del año pasado. Cata Mayor, el canal gastronómico de EL PERIÓDICO y el grupo Prensa Ibérica, ha intentado ponerse en contacto con él, sin éxito, y por eso recuperamos sus palabras de aquel perfil: “Me lo he bebido todo en esta vida”, decía. Chasseuil, que empezó siendo calderero y pasó a trabajar como diseñador industrial para Dassault, el fabricante de aeronaves militares y civiles francés, probó sus primeros grandes vinos gracias a que hablaba inglés.


500 € PARA CONOCER SU COLECCIÓN


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Lo había aprendido durante su servicio militar en Sudáfrica, lo cual le permitió convertirse en el director de ventas internacionales de la compañía y llevar a comer a los clientes a los grandes restaurantes de la época, como La Tour d'Argent o el Georges V, donde tuvo ocasión de degustar los mejores vinos.“El vino es patrimonio de la humanidad”, afirmaba Chasseuil ante los críticos que advierten que coleccionar el vino para no beberlo nunca no tiene ningún sentido.


A sus más de 80 años, decidió que su colección tenía que poder ser visitada, por lo que tras negociaciones infructuosas con el ayuntamiento de su pueblo ha fundado la sociedad Michel-Jack Chasseuil International Wines and Arts Museum, en la que trabaja para que algún día salga a la luz su gran proyecto, al que llama el Louvre del vino, y que podrá visitarse de forma privada por un precio que -se rumorea- rondará los 500 € por entrada.


SECUESTRO EN SU PROPIA CASA


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En aquella entrevista, el coleccionista -que antes de comprar sus cuatro primeras cajas de Pétrus en 1982 había coleccionado sellos y monedas- explica que en 2014 le secuestraron en su propia casa para arrebatarle sus preciadas botellas, pero que no pudieron, y que un multimillonario chino quiso comprar su colección (él fue quien estimó su valor total en 50 millones de euros), pero que finalmente no la vendió. Desde entonces, la hacienda francesa le reclama dos millones de euros en concepto de patrimonio. “Mi colección es un museo y no hago negocios con ella”, sentencia. Sin embargo, para financiar su fundación, ya ha vendido 500.000 euros en botellas.


¿Qué sentido tiene tener tal cantidad de vino raro encerrado en sus botellas si nadie puede probarlo? ¿Es una contradicción que el vino, cuyo primer objetivo es ser bebido, se almacene para no beberlo? Para hallar alguna respuesta, es necesario adentrarse en qué consideramos hoy un objeto y qué es el propio hecho de coleccionar.


CADA BOTELLA TIENE UN SIGNIFICADO ESPECIAL


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El filósofo Jean Baudrillard, en el capítulo 'II. El sistema marginal: la colección', en 'El sistema de objetos' (Siglo XXI: México, 1969), define el objeto como “un recinto mental en el cual yo reino, una cosa de la cual yo soy el sentido” y “una pasión de la propiedad privada”. En la colección, dice, “triunfa esa empresa apasionada de posesión” y es “donde la prosa cotidiana de los objetos se vuelve poesía, discurso inconsciente y triunfal”.En el caso del vino, su sentido va más allá de ser una bebida fermentada y alcohólica: la historia que rodea a cada bodega y a sus bodegueros, los sistemas de puntuación, los cupos, las buenas o malas añadas, haber pertenecido a personajes famosos, y mucho más, imbuyen a cada botella de un significado especial presente en el imaginario colectivo de los amantes del vino.


EL PAPEL DE UN DIOS QUE LO CONTROLA TODO


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En palabras del filósofo marxista Walter Benjamin, en un fragmento de 'Los pasajes' (Akal, 2005), el coleccionista “hace del ensalzamiento de las cosas algo suyo. [‘Convierte en cosa suya la idealización de los objetos’ ] Sobre él recae la tarea de Sísifo de poseer las cosas para quitarles su carácter mercantil. Pero les otorga solo el valor de quien las aprecia, no el valor de uso”. De ahí que cada persona le atribuye un significado especial a determinadas botellas, igual que hicieron Yves Saint Laurent y Pierre Bergé con la colección de arte que colonizó por completo su apartamento de la Rue de Babylone, y que llegó a ser “una obra de arte en sí misma”, como dijo Robert Murphy en 'The Private World of Yves Saint Laurent and Pierre Bergé' (Vendôme Press, 2009).


El coleccionismo puede leerse como un síntoma, no de una enfermedad sino de un carácter. Coleccionar implica dar un orden a un todo de cosas que reproduce a pequeña escala el mundo, incontrolable e inabarcable, donde el coleccionista hace el papel de un dios que lo controla todo. Según Christian Godin en '5. Tout avoir, La Totalité: La totalité imaginaire vol.1' (Champ Vallon: Seyssel, 1998), “la psicología del coleccionista es la del nervioso obsesivo asustado por el desorden de las cosas, que busca domarlo gracias a un orden artificial que les impone”.


ABARCAR Y ENCERRAR EL MUNDO


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Dice Godin que el coleccionista es un perfeccionista al que le preocupa constantemente poder abarcar y encerrar el mundo. “La colección se basa en el sueño imposible de estar completo: ningún coleccionista ha tenido nunca todos los sellos, pero sigue adquiriéndolos para tenerlos todos. Si le falta un elemento, todo queda en nada. Pero siempre se le escapará uno, y nada podrá colmar esa falta excepto la propia muerte. La compulsión a acumular se prepara contra la muerte; involucrarse en un proceso infinito -el donjuanismo, la neurosis del coleccionista, la codicia del conquistador- es una manera de posponer el término último de la muerte hasta el infinito. La totalidad es un conjuro”.


Los vinos adquieren significados especiales y personales para los coleccionistas porque son del año en el que nacieron o en el que sucedió algo importante en su vida, porque los asocian a un recuerdo o a una persona, etc. En este sentido, la sumiller y crítica de vino Pilar Cavero, que apoya el argumento patrimonial como vertebrador de la colección de Chasseuil, explica que para ella el primer sentido de coleccionar vino es emocional: “Empiezas a guardar botellas para cuando llegue el día de abrirlas con la persona adecuada, y así brindar con el vino perfecto para ese momento. Por supuesto, también hay un coleccionismo de etiquetas, de aquellos vinos que se supone que tienes que tener o que probar, o de los que se van a revalorizar”.


Cavero explica que el vino como inversión es un activo que está ganando mucho interés, y que cada vez hay más empresas que se dedican a proporcionar criterios de inversión en vino.


"EL VINO ES MUCHO MÁS QUE UN LÍQUIDO"


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Para ella, la colección de Chasseuil está más próxima al coleccionismo de arte u objetos preciosos, que por estar recubiertos de un valor social existen más allá de la pura utilidad para la que fueron producidos, es decir, ser bebidos. Así, la voluntad museística del coleccionista tiene el fin de exhibir su colección tal y como si fueran cuadros. “Esa colección es preciosa porque no se ha dejado llevar solamente por un criterio de revalorización, sino que hay criterios personales y culturales. Igual que se adquieren los vestidos de Lady Di, que fueron diseñados para ser vestidos, pero que nadie volverá a ponerse, así sucede con el coleccionismo de vino. Cuando estamos hablando de botellas tan especiales como las que tiene 'monsieur' Chasseuil, el líquido que contienen pasa a un segundo plano y es el objeto y todo lo que lo envuelve el verdadero protagonista. Porque un vino es mucho más que un líquido: es una forma de arte, de expresión, un mercado y un negocio, elaborado para ser amado y venerado, no es solo para beberlo; trasciende el objetivo para el que fue creado y que acaba formando parte de la historia y del patrimonio cultural de la humanidad”.


Contrariamente, el sumiller Bernat Villarubia, de los restaurantes Alkimia y Al Kostat, considera que “una colección de 50 millones de euros de vino es la estupidez más grande de todos los tiempos. El problema se resuelve por el valor de 8 euros: lo que necesita es un abridor. Una botella de vino es información contenida. ¿Para qué retener una información que no va a llegar a nadie? Es como mandar un mensaje al espacio: la cosa más estúpida del universo. Y si es para que luego lo compre un fondo de inversión, todavía peor. ¡Qué triste!”.


"PURO FETICHISMO"


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Asimismo, el divulgador del vino Santi Rivas, que duda de la verosimilitud del valor de la colección de Chasseuil, no le ve ningún sentido a acumular vino que nunca será bebido. “Es puro fetichismo, como todo coleccionismo, por satisfacción de tener esas botellas más que de beberlas”.El coleccionismo de vino, para él, tiene dos modalidades: utilitarista, cuando se colecciona pero se usan las botellas de esa colección -“yo, que tengo una colección de unas 1.000 botellas, voy comprando y voy usándolas para abrirlas y comentarlas o para las catas que doy”; e inversionista, cuando se guardan vinos gentrificados o con potencial esperando una revalorización futura, “aunque el coleccionista privado puede tener dificultades para vender esas botellas”, comenta Rivas, que explica que en su particular forma de coleccionar, cada adquisición esté vehiculada por una narrativa, sea porque son vinos raros de conseguir, vinos de culto, de los que le traen recuerdos, de sus bodegas preferidas o todos los vinos que le gustan de la añada de 2019, cuando nació su hijo, con quien espera bebérselas algún día.


“El vino no es solamente una bebida”, afirma Arthur de Gaulejac, copropietario de la distribuidora Caskadia. “Es algo que proporciona placer inmediato, inspiración y embriaguez. Pero el coleccionismo de vino está relacionado con lo económico y, sobre todo, con la especulación, y no con el disfrute. Por ejemplo, hay una industria del vino fino en Hong Kong donde duermen millones de botellas exclusivas. En China, el vino de los grandes 'chateaux' de Burdeos se puso muy de moda hace unos 20 años y los consumidores compran mucho más de lo que beben solamente por la posibilidad de venderlo en el futuro. Creo que cuando se tiene pasión o amor por el vino, siempre se encuentra el momento y/o las personas adecuadas para abrir ciertas botellas especiales, que habrás guardado quizás para envejecer, algo que es parte de la cultura de los países mediterráneos”.


FUENTE: EL PERIODICO DE CATALUNYA

 
 
 
  • 29 jul 2024
  • 1 Min. de lectura

GastroVIP 29/07/2024


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SCZgm estuvo presente en Patio Design en uno de los mejores eventos gastronómicos, por su alta calidad, a los que hemos asistido últimamente. Los protagonistas fueron los restaurantes de este mall, que nos contaron a través de sus platos anécdotas en una noche repleta de historias y sabor.


“Gastronomía con Historia” fue el hilo conductor de Fernando Catalán para presentar esta secuencia de platos, sabores, texturas y aromas; que pusieron en escena los restaurantes que día a día hacen que este mall sea uno de los destinos favoritos de la gastronomía en Santa Cruz: HITO, BRASARGENT, HAPO, STRAVAGANZA, MICHELANGELO, JARANA y FACTORY presentaron el siguiente menú. Las entradas fueron una ensalada de piña grillada con queso azul y crujientes con un aderezo de hierbas y vino, y un calamarcito relleno de morcilla de Burgos y hongos con cama de salsa de morrón.


Ñoquis de camote al funghi, con salsa crema al coñac, hongos y puerros salteados. Un sorbete de achachairú como limpiabocas para pasar a los siguientes platos de carne y pescado: picaña de Brangus madurada y paiche con coco amazónico, puré de plátano dulce y chocolate. Cerró la velada gastronómica un haruneki de manzana y dátiles; todo maridado con los TRI Blanco y Tinto de Campos de Solana.









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