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  • 19 jun
  • 1 Min. de lectura

GastroVIP 19/06/25


La DO SOMONTANO necesitaba dinamizar sus redes sociales. Había que crear imágenes que fueran coherentes con su concepto "Vino con personalidad".


La idea consistía en imaginar como serían las copas de vino de las personas más singulares del mundo. Personajes únicos y un vino con personalidad única.


Dali, Le Corbusier, Gustave Eiffel,  Marilyn Monroe o Mozart.son algunas de las inspiraciones para estos diseños.


También arquitectos como Zaha Hadid son base de estas originales y excepcionales copas.



 
 
 

SoloVino 17/06/2025

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Cuando se pregunta  ¿Por qué el vino blanco se toma frío, y el tinto, a temperatura ambiente? te entran dudas metafísicas sobre el vino. La respuesta obvia sería “porque sabe mejor”, pero… ¿es la temperatura a la que tomamos los vinos un constructo social, o hay un motivo que vaya más allá del uso y costumbre? ¿De dónde salen las recomendaciones para tomar un vino a 12 grados y otro a 18?


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Yolanda Ortiz de Arri, periodista especializada en esta bebida y redactora de Spanish Wine Lover, nos ilumina al respecto: “El aroma y sabor de un vino cambian mucho según la temperatura a la que se sirve. Cuanto más alta es, más compuestos volátiles se liberan y, por tanto, más se perciben los aromas.



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Por eso, los vinos con crianza y más complejos, tanto blancos como tintos, ganan al servirse relativamente templados (entre 14 y 18 grados). Pero ojo: por encima de 20 empieza a evaporarse demasiado alcohol, y el vino puede resultar desequilibrado”.


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“A temperaturas bajas ocurre lo contrario”, prosigue Ortiz de Arri. “Los aromas apenas se perciben, salvo que el vino sea muy aromático, pero se disimulan bastante bien los defectos. Por eso los vinos sencillos, con poca acidez o de menor calidad suelen servirse fríos (entre seis y 10 grados).


También agradecen el frescor los dulces (el azúcar puede resultar empalagoso a temperaturas altas), espumosos (el carbónico con calor resulta agresivo) y los rosados”.


En muchas páginas de Internet se dice que los blancos se toman fríos porque así se percibe menos su acidez, y los tintos no porque sus taninos los convertirían en bebidas ásperas.


¿Verdadero o falso? “Es cierto que cuanto más baja es la temperatura, mayor es la sensibilidad del paladar a los taninos y el amargor. Por eso un reserva muy frio es desagradable: salen los taninos, la madera y la estructura, y se pierde la fruta. Lo de la acidez no está tan claro. Además, el vino blanco no es necesariamente más ácido que un tinto. Esto es lo que dice Jancis Robinson, una de las gurús más respetadas del vino: ‘El efecto de la temperatura en la sensación de acidez es discutida por los científicos, pero en general se observa que los vinos flojos pueden parecer más refrescantes si se sirven fríos, digamos a 10 grados’”.


Un apunte extra: en Bolivia tendemos a servir los blancos demasiado fríos y los tintos también fríos pero a veces están demasiado calientes, cuando el contexto también es importante. “No es lo mismo estar en La Paz en julio que en Santa Cruz en febrero. Lo ideal, como casi todo en la vida, es el equilibrio. Como el vino tiende a calentarse a temperatura ambiente, servirlo en el rango de temperatura más bajo recomendado —o incluso un poco más frío— no es mala idea, especialmente en verano. Y si se calienta demasiado, una cubitera con hielo y agua lo refrescará rápidamente".


En resumen:

El vino blanco se sirve mejor frío, generalmente entre 6 y 14°C. Los vinos tintos, por otro lado, se suelen servir a una temperatura ligeramente inferior a la temperatura ambiente, es decir, entre 15 y 20°C.


El vino blanco necesita estar frío para que sus sabores y aromas se puedan apreciar mejor. El frío también ayuda a resaltar la acidez y frescura del vino. Por el contrario, el vino tinto a temperatura ambiente permite que sus aromas se desarrollen y se puedan apreciar mejor sus sabores.

 

 
 
 
  • 10 jun
  • 2 Min. de lectura

SoloVino 10/06/2025


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Un Workshop Inolvidable en el Restaurante Tinto de La Paz junto a la Academia del Vino, en la ciudad de La Paz fue el escenario de un evento gastronómico excepcional: el workshop "Enólogo por un día", organizado en colaboración con la Academia del Vino y varias bodegas invitadas. Bajo la guía de la sommelier Raquel Morales y el Winemaker Diego Guzmán de Rojas, los participantes se sumergieron en el mundo del vino y la creación de blends personalizados.

 

Una Experiencia Sensorial

 

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El workshop comenzó con una cata a ciegas, donde los participantes tuvieron la oportunidad de descubrir y analizar diferentes variedades de uvas propias de los blends más emblemáticos del mundo del vino. Esta experiencia sensorial permitió a los asistentes desarrollar su paladar y comprender las complejidades de los vinos.


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Después de la cata, llegó el momento de crear un blend personalizado. Cada participante tuvo la oportunidad de seleccionar las variedades de uvas que mejor se adaptaban a su estilo, paladar y preferencias, y bajo la guía de Raquel y Diego, crearon su propio blend único. Esta experiencia fue emocionante y desafiante, ya que cada participante tuvo que tomar decisiones informadas sobre la proporción de cada variedad y el equilibrio de sabores.

 

Una vez creado el blend, llegó el momento de embotellar, encorchar, lacrar y firmar la propia creación. Esta parte del workshop fue especialmente gratificante, ya que cada participante pudo ver el resultado de su trabajo y esfuerzo. La emoción y la satisfacción fueron palpables cuando cada uno firmó su botella, sabiendo que había creado algo único y personal.

 


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Al final del workshop, cada participante se llevó su propia botella de vino, creada y firmada por ellos mismos. Esta experiencia no solo fue educativa, sino también memorable, y cada asistente podrá compartir su creación con amigos y familiares en ocasiones especiales.



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 El workshop "Enólogo por un día" fue un éxito rotundo, gracias a la sommelier Raquel Morales y el Wine Maker Diego Guzmán de Rojas, así como a la colaboración de la Academia del Vino y todas las bodegas invitadas.


Los participantes se fueron con una nueva apreciación por el mundo del vino, y con un recuerdo tangible de su experiencia: una botella de vino única y personalizada. Sin duda, este workshop será recordado como una experiencia inolvidable en el mundo del vino y la gastronomía.

 
 
 

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