NOTICIAS/INF/SCZgm/1 de noviembre 2022

La agitación de los bolivianos cuando llega el mediodía del 1 de noviembre se produce por la necesidad de ir al encuentro de las almas de los parientes que llegan ese día con almas amigas y algunos solitarios, pero todos con muchas ganas de visitar a sus seres queridos que todavía viven en la tierra.

En el departamento de Santa Cruz, se acostumbra a que los niños recorran los nichos y mausoleos, llevando rezos y cantos a los difuntos, recibiendo masitas, refrescos, comida y algunas monedas a cambio que son entregados por los familiares del alma que viene en camino. De igual manera, las personas participan de las misas que se celebran en diferentes horarios.

Por ejemplo en San José de Chiquitos, el culto a los difuntos se conserva mucho más en el área rural y con muchas semanas anticipadas de preparación, esencialmente en lo referido a los elementos culinarios que son una singular característica de esta festividad.

Los alimentos que dominan en la mesa son los preferidos por el difunto: flores, una serie de masas, fruta seca, caramelos en forma de animales, escaleras de pan (que proviene de la tradición católica que simboliza la subida o bajada del cielo), coca y chicha, instrumentos musicales y tantawawas. Las velas simbolizan la presencia del difunto, la cual es encendida a medio día del primero de noviembre.

El elemento principal y muy característico de estas fechas son las tantawawas, que en una traducción literal significarían “niños de pan”. Este último elemento es una reminiscencia de un rito de la época incaica, donde se dice regalaban niños sacrificados a las divinidades del mundo sobrenatural, más conocido hoy en día como “mundo de los muertos”.

Muy parecido a lo que también se hace en la cultura Aymara.
En otros departamentos pese a la aculturación sufrida en los años de la influencia europea se conserva desafiante y cada vez con más fuerza las costumbres tradicionales de esta etnia.

Es un momento dedicado al encuentro con los seres queridos que se han adelantado en su partida y a los que la cosmovisión andina quiere dedicarles un tiempo para conversar, pedirles que intercedan, compartir con ellos las cosas que más les gustaban, recibir de los muertos sus consejos y bendiciones, y para asegurarnos un buen trayecto