Tendencias/INF/ABC/SCZgm/22 de agosto 2022
Un vino siempre se apreciará mejor si se sirve en una copa que permita disfrutarlo plenamente.Si la copa en la que se sirva un vino no es la idónea puede alterar el sabor e, incluso, hacer que un mismo caldo parezca otro distinto. A la hora de buscar el recipiente ideal, hay que fijarse en tres aspectos clave: el cristal, el tamaño y la forma.
El cristal debe ser de alta calidad, preferiblemente sin plomo, de manera que tenga consistencia, pero no pese, sea lo más fino posible, aunque también capaz de resistir los cambios de temperatura y, puestos a elegir, soplado a mano. Los más puristas apuestan porque sean transparentes para admirar bien el color del vino.
Lo ideal es llenar una cuarta parte de la copa, como máximo la mitad para que pueda liberar su aroma poco a poco.
Después, el tamaño y la forma son determinantes para apreciar cada tipo de vino, sus aromas y sus peculiaridades. Respecto del primer aspecto, hay copas universales que valen para todo tipo de vino, luego las hay específicas para tintos, blancos o espumosos y, finalmente, otras que van más allá y diferencian entre distintas uvas y años de caldo. Como regla general, las copas grandes intensifican los aromas. Por eso, los vinos envejecidos se suelen servir en recipientes de mayor tamaño, que permiten oler los distintos matices: los sutiles y delicados que se sitúan en la parte superior de la copa, los vegetales y los componentes minerales y terrosos en la intermedia y los pesados como la madera en la parte más baja. La copa de los espumosos debe ser alargada, tipo flauta, para otorgar recorrido a las burbujas, concentrando los aromas en la parte superior. Pero esta norma puede romperse y, así, un tinto con muchos años de envejecimiento puede que no necesite una copa grande, debido a que precise poco oxígeno, por ejemplo.
La forma es el otro factor a tener en cuenta, ya que dirige el vino a una zona concreta de la lengua, exaltando o reduciendo las sensaciones de cada tipo. Así, los de boca ancha y recta dirigen la lengua hacia el centro, por lo que son perfectos para tintos con taninos, poco ácidos. Mientras que las que tienen el borde abierto son mejores para tintos ácidos y pocos taninos, ya que dirigen hacia el borde de la lengua. En los blancos, jóvenes y afrutados, las de boca abierta van hacia la punta, reduciendo la acidez, y los de bordes rectos resultan una buena opción en blancos con crianza, ya que se dirigen a la zona central.
Curiosidades
¿Se puede mover la copa en movimientos circulares?
Sí, porque se intensifican los aromas.
¿Cómo lavarlas?
A máquina o a mano, según el fabricante. En el primer caso en programas cortos; en el segundo, con poco jabón y comprobando que no quedan resto ni olores. Deben enjuagarse a fondo y dejarse secar al aire bocabajo, preferiblemente colgadas. Si se puede evitar es mejor no usar un trapo, aunque hay unos específicos para este fin.
¿Cuánto servir?
Lo ideal es llenar una cuarta parte de la copa, como máximo la mitad para que pueda liberar su aroma poco a poco.
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