top of page

ALMUERZO PARA DAR GRACIAS A YAHVÉ (ISRAEL VII)

GastroTour 16/01/2025


Si bien la gastronomía árabe es el jalón que tira de la gastronomía en el Oriente Próximo, los toques gastronómicos judíos, ya sean por historia o por dominio, no se quedan atrás.


En nuestras incursiones gastronómicas dimos con un lugar clave, ni más ni menos que el HOLY RESTAURANT CAFÉ, al lado del candelabro de los siete brazos en la plazuela del epicentro del barrio judío de Jerusalén, a pocos metros del Muro de las Lamentaciones.


Este día nos sorprendió la ida y venida de cientos de soldados del ejército israelí que pululaban con orden y concierto y a paso militar por el restaurante donde nos sentamos. Creímos que se trataba de un ataque palestino, pero lejos quedaron estas suposiciones: se trataba de una concentración de los jóvenes soldados que recorrían las callejuelas estrechas, resbaladizas y quebradas de Jerusalén para reunirse en el muro de la zona oeste y hacer en este punto un juramento a la Torá.


La verdad, como pueden ver en las fotografías, el ejército israelí “no es tan fiero como lo pintan”; es coqueto y juvenil. Al principio, sacábamos fotos como si fuéramos espías de guerra y luego la cosa se convirtió en parque temático de Florida, solo faltaba Cenicienta y Mickey Mouse.


Dejemos las historias bélicas, que más que bélicas son anécdotas divertidas e impasables cuando uno dice estar sin estar estando en zona de guerra. Por tanto, evitemos los conflictos sociopolíticos y pasemos a la razón de ser de esta publicación, que es la gastronomía.


Vamos al grano. Es obvio que en un HOLY restaurant hay que comer “Holy plates”, es decir, aquello que se aproxima a la culinaria bíblica, ver qué comía mi paisano Moisés o qué platos entraban en el palacio de Salomón o el rey David. Para ello, preguntamos y nos aconsejaron casi Biblia en mano en lugar de carta o menú.


Si bien el cordero era el “all-star” de la comida desde la Égida —confróntese la huida de Egipto, cuando se hartaron de cordero antes de que el ángel exterminador arrasara con los primogénitos del reino de faraón—, los judíos, por estar cerca del Mediterráneo y el mar de Galilea, así como la ribera del Jordán, no le hacen ascos al pescadillo. Por tanto, la primera carta de esta baraja gastronómica fue de mar o río: tanto monta monta tanto David como Goliat.


Fue un acierto: pescadito frito al estilo Triana, muy, pero que muy bueno, con su toque mediterráneo, crujiente, suavito en su vida interior y de sabor que, sin ser extremo, denotaba la melosidad mediterránea; acompañado de papas al estilo panadero y una salsita que, sinceramente, no pude identificar, pero que le iba como anillo al dedo a esta propuesta marina. No era del Mare Nostrum, era una TILAPIA A LA TEMPURA, con simples papas panaderas y salsa de aceitunas, almendra y hierbas.


Para el segundo nos fuimos al huerto, no el de los Olivos, si bien el aceite de oliva auténtico está presente por activa y por pasiva en la mesa cuando filtras con los platos hebreos. El siguiente plato nos llevó a la huerta de Job, el héroe de la paciencia, pues la berenjena que comimos, llamada “Israeli laffa EGGPLANT”, o se tiene paciencia o no alcanza ni el tamaño, ni el sabor y menos la textura de este vegetal en su máxima expresión. La berenjena no deja de ser solo el recipiente donde dentro entra el resto, desde cebolla, queso del Líbano, chimichurri, rábano y otros vegetales.


Rematamos la jugada gastronómica hebrea judía, y eso que no era sabbat, con FALAFEL SHAKSHUKA, que viene a ser unos huevos rancheros en salsa de tomate. Si bien tiene origen magrebí este plato, en realidad se originó en el norte de África y el Imperio Otomano: la única razón por la que se come shakshuka en Israel es porque los inmigrantes judíos del norte de África la trajeron allí.


Así que, con un par de huevos con fondo de tomate, cebolla, olivas, tres pelotas de falafel y perejil, aderezado con sal, especias y pimienta con toque de canela y hierbas de las colinas de Judá, con este plato de punto y final no pudimos hacer otra cosa que dar gracias a Dios y soltar un “manda huevos” al estilo del presidente del Congreso de España Federico Trillo, alabar, bendecir y alucinar con la gastronomía israelí.


Y eso que el “Holy Café Restaurant” no es un tres estrellas; es un establecimiento gastronómico que, después de buscar en domingo restaurantes armenios que, desgraciadamente, en domingo cierran, encontramos por casualidad como un lugar idóneo de especialidades gastronómicas hebreas y kosher en las estrechas, resbaladizas e intrincadas calles de Jerusalén.


Como dicen en mi querida Valencia, “pensat i fet”: pensado y hecho, saboreamos unos platillos judíos como Adonai manda: auténticos, bien cocinados y auténticos... además de bien servidos a pocos metros del Templo y el Muro, que es el lugar santo para los hebreos.


Después de este ágape no había otra que dar una buena propina al mozo que nos sirvió con su kipá, tal como mandan los cánones. Después del banquete bajamos al muro de la explanada, eso sí, sin lamentaciones, pues lo único que podíamos hacer era dar gracias a Dios con un “Sh'ma Israel”.


Fuente: Ramón Freixa, enviado especial a Israel.

Comments


COPYRIGHT ©2025, SCZ Gourmet Magazine. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Desarrollada por ACADEMIA BOLIVIANA DE GASTRONOMÍA Y DEL VINO.

bottom of page