GastroTOUR 03/07/2024
La tradición japonesa en Santa Cruz llegó a nuestro departamento hace más de 100 años, llevando su cultura al corazón de Latinoamérica.
Entre sus ajuares, trajeron también la cultura culinaria del sol naciente. Los pioneros fueron "Yorimichi", quienes encerraron este legado en sus utensilios tradicionales como los tamagoyaki, para hacer las tortillas japonesas, las cestas para escurrir o Takezaru, y ralladores como el oroshigane.
Yorimichi, celoso de su gastronomía y a muchos kilómetros de su origen, conservó las recetas originales, que incluso desaparecieron en Tokio y eran en Santa Cruz donde se escondían los secretos de la cocina de antaño del lejano oriente. Tanto es así que, al descubrirlo, muchos viajaron desde Japón a nuestra ciudad para probar aquella cocina de la “sobo” (abuela en japonés).
Ahora, en Santa Cruz, tenemos un sinfín de establecimientos japoneses. Destaca "SHIMAYA", que comenzó en los bajos del centro cultural japonés de la Beni y ahora ha inaugurado su epicentro en Equipetrol norte, en lo que ya se llama la “esquina del sol naciente”, noventa grados de cocina tradicional japonesa cuyo buque insignia es el ramen, amén del sushi y una coqueta cafetería "plant shop" que se llama NOA.
Este enclave quiere consolidar el ramen como plato ícono de la gastronomía nipona en la actualidad, si bien hay que señalar que el ramen no es un plato de creación puramente japonesa, más bien hablamos de cocina fusión con China y su adaptación a distintas tradiciones.
A diferencia de los soba de alforfón, el ramen se prepara con fideos de trigo de tipo chino, de los que podemos encontrar hoy en otros restaurantes asiáticos.
El primer gran contacto de los japoneses con la cocina china llegó a partir de mediados del siglo XIX, cuando el país nipón abrió sus fronteras al resto del mundo y empezaron a llegar viajeros, comerciantes y emigrantes de otras culturas. La sopa china de fideos pronto se hizo popular ya que era nutritiva, sabrosa y muy económica, aunque el verdadero auge llegaría después de la II Guerra Mundial.
Los japoneses fueron adaptando las recetas chinas y no tardaron en extenderse por todo el país locales y puestos callejeros de venta de ramen, apareciendo distintas variedades y especialidades según las regiones.
Empezó llamándose Shina-soba o Chuka-soba, “sopa de fideos chinos”, pero hoy el término ramen está totalmente extendido y asimilado por todo el país.
La gran característica que define al ramen japonés, y que lo diferencia de la sopa china, está en el caldo. Podríamos decir que es la base, el alma de un buen ramen, lo que define el plato y marca su calidad.
Cada chef aporta su toque especial y se toma muy en serio la preparación de un caldo realmente sabroso y reconfortante, y su elaboración requiere dedicarle tiempo, sin prisas.
Este es el caso de SHIMAYA que nos ofrece, entre otros, el SHIO RAMEN, SHOYU RAMEN, MISO RAMEN, TONKOTSU, TAN TAN, el vegetariano VEGGIE RAMEN y la especialidad de la casa, el EBI RAMEN con camarones y un toque de leche cremosa, equilibrado con las esencias japonesas y los fideos artesanales.
Si el RAMEN es la estrella de esta “película gastronómica”, otras ofertas como el Chaufa Shimaya, el yakiramen, el yasaitame, el chicken katsu o teriyaki, brocheta de pollo yakitori, udon, ebi o la milanesa tonkatsu, gyozas y, cómo no, SUSHIS y MAKIS, además del pescado con cortes variados de pulpo, trucha y camarones al optar por el SASHIMI MORIAWASE.
Lo único que echamos de menos fue algo de tempura, subjetivamente lo que más apreciamos, pero con tal oferta podemos pasar de puntillas esta omisión pues la oferta es de gran nivel, buen servicio y un lugar muy agradable en la esquina de la calle Alberto Seleme con el parque municipal Sebastián Molina en Equipetrol norte, entre el cuarto y el tercer anillo.
La otra parte de la esquina, NOA, la dejamos para una ulterior nota, pues es un concepto de cafetería shop que no existía en nuestra ciudad y está, en pocas semanas, atrayendo numerosos clientes de un coffee estilo nipón.